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Opinión y Actualidad

Una medianoche que puede definir el futuro

En la microfísica bonaerense, sobre todo en la primera sección electoral, se esconden algunas claves de la evolución del oficialismo más allá de las elecciones.

17/07/2025

Por Carlos Pagni
Para La Nación

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El próximo sábado, a medianoche, quedará trazado un mapa decisivo para la vida nacional. Estarán definidas las listas con las que se enfrentarán las distintas fuerzas políticas de la provincia de Buenos Aires el próximo 7 de  septiembre. Las razones por las cuales esa definición es tan relevante  son bastante evidentes. No sólo se trata del principal distrito del país. Es la fortaleza del kirchnerismo, que constituye la principal oposición a Javier Milei. La fisonomía del gobierno de La Libertad Avanza en buena medida estará  modelada por la vitalidad que exhiba esa corriente para disputar la Presidencia dentro de dos años. Esa incógnita se despeja, sobre todo, en el territorio bonaerense.

Hay otras  peculiaridades que acentúan la importancia del cuadro que quede expuesto  este fin de semana. Las candidaturas que se están discutiendo, con  altísima tensión, en estas horas, deben competir en comicios casi  inéditos: por primera vez en muchísimo tiempo habrá una elección local en Buenos Aires. La disputa por los cargos nacionales se librará en octubre. Es una  novedad muy significativa. Ya Leandro Alem, en el célebre debate por la  federalización de la ciudad de Buenos Aires de 1880, había profetizado  que, decapitada, la provincia estaría condenada a carecer de una agenda propia. Quedaría a remolque del debate nacional. 

Esta inercia estaría a punto de romperse. Axel Kicillof separó las elecciones de legisladores, concejales y consejeros escolares de las nacionales, profundizando una bifurcación que ya está  inducida por la diferencia en el sistema electoral: boleta única para  diputados nacionales, lista sábana para los cargos provinciales. La separación se hizo más clara: dos fechas. ¿Dos temarios? Es posible.  Es decir: no debería sorprender que para la campaña que desemboca en el  7 de septiembre la discusión no esté sólo dominada por la Economía, y  prevalezcan dramas como la inseguridad, el estado de la educación o la  salud. Un riesgo que tomó el propio Kicillof al adelantar las  elecciones.

Existe otra variación en esta escena. Las dos fuerzas que, en un enfrentamiento automático, dominaron el panorama en las últimas dos décadas, el kirchnerismo y la alianza Juntos por el Cambio, atraviesan una crisis de liderazgo. Cristina Kirchner defiende su corona frente a Axel Kicillof. Mauricio Macri está amenazado por los movimientos de Milei, que pretende sintetizar a  toda la derecha bajo su mando. Ambos, la expresidenta y Macri, deben disimular esa fragilidad aceptando acuerdos muy poco confortables. Aun  así, debajo de la superficie de las listas que se oficializarán el  sábado, se notan las fisuras. Quiere decir que lo que se está  discutiendo en la provincia de Buenos Aires es un capítulo central de la gran reconfiguración que cursa la política nacional.

Las negociaciones entre La Libertad Avanza y Pro están condicionadas por un factor principal: Milei ordenó a sus gerentes que todo el partido de Macri debe integrarse a su ejército. Esa  fusión fue facilitada desde el Pro: los dos negociadores de esa  organización, el entrañable “Pucho” Cristian Ritondo, y el “Colo” Diego Santilli negociaban con La Libertad Avanza (LLA) cuando ya se habían sumado, de hecho, a La Libertad Avanza. “Pucho” lo explicitó cuando, hace unas  horas, declaró ante Alfredo Leuco que “LLA es la fuerza que mejor representa el proceso que estamos viviendo en la provincia”. Para que quede más claro, la convergencia que se negoció se llama Frente La Libertad Avanza. Santilli lo justificó diciendo que el nombre “Pro” tampoco estuvo en alianzas anteriores. Pero lo que tenía que explicar es por qué él y “Pucho” aceptaron que esta nueva alianza lleve el nombre del otro partido. Es como si, en 2015, los radicales en vez de integrarse a Cambiemos lo hubieran hecho a un “Frente Pro”. 

Con ese tono tan simpático que adopta, muy de vendedor de autos usados, “Colo” dijo que, en realidad, lo que se plantea hoy en el país es un  conflicto entre pasado y futuro. Una explicación generosísima, viniendo  de alguien como él, que “tiene todo el pasado por delante”, como decía  Borges, de aquel célebre profesor de Filosofía. El altruismo de Santilli  y Ritondo frente a Karina Milei y Sebastián Pareja,  que fueron los negociadores libertarios, debe ser calibrado en las ramificaciones de un acuerdo más complejo y, en alguna medida,  misterioso: para entenderlo hay que observar el armado de las listas,  pero también las conquistas que esos dos negociadores obtuvieron en  muchos rincones poco iluminados del Estado nacional. Lo que no está en  las listas, se lo llevaron ellos.

El Frente LLA pone toda su energía en la primera sección electoral, que se extiende en el conurbano norte. Es decir, en una sociología de clase media que expresa un pasable antiperonismo. Allí se tramita también uno de sus dramas. El candidato que encabezará la lista para la Legislatura bonaerense era, hasta anoche, el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela. Es un aliado de Patricia Bullrich, por lo tanto, adversario acérrimo de los Macri, Mauricio y Jorge. Valenzuela tiene un vínculo temprano con Karina Milei y con Pareja y cuentas pendientes con Ritondo. Sobre todo desde que “Pucho”, respaldado por el expresidente Macri, destronó a Daniela Reich de la jefatura del Pro en la provincia. Reich, que también es senadora, está casada con Valenzuela.

La armonía entre LLA y Pro no era, hasta anoche, absoluta. Hay un conflicto en Vicente López que reduce a escala la pelea nacional por la representación de la derecha. La intendenta de ese partido, Soledad Martínez, obediente heredera de Jorge Macri, resistió hasta último momento la integración con los militantes de Milei, encabezados por Luis Palomino. Anoche ella hizo una última oferta: de 8 concejales en condiciones de ganar, tres serían libertarios. Palomino pedía cuatro. En esta encrucijada la indicación del Presidente, “todos adentro”, es estratégica. 

La unidad en Vicente López podría proyectarse sobre las listas de senadores y diputados  nacionales de la ciudad de Buenos Aires para octubre. Una fusión a la que Jorge Macri viene resistiéndose. La senaduría principal iría, al menos por ahora, para Patricia Bullrich. ¿Quién la sucedería en el Ministerio de Seguridad? Por si Valenzuela  sueña con ese destino, le están indicando que no puede encabezar la  lista de la primera sección en carácter testimonial. Tranquilo Valenzuela: todo fluye.

¿Qué sucedería  si se impone el escenario menos probable? Es decir, que Soledad  Martínez arme sólo una lista para cargos municipales: concejales y  consejeros escolares. Y que en el orden seccional dé la espalda a  Valenzuela apoyando, bajo cuerda, una lista del MID encabezada por su leal Oscar Ponce. Si este fuera el desenlace, lo que es  poco imaginable, adquirirían una luz más nítida otros entredichos. Por  ejemplo, el intendente de Pergamino, Javier Martínez, anunció que no se subordinaría a los acuerdos de Ritondo y de Santilli y apoyaría la lista pactada con los hermanos Passaglia,  de San Nicolás, para la segunda sección electoral. Martinez deja así  Pro para sumarse a Hechos, la corriente impulsada por los Passaglia. 

Hay que poner la lupa sobre un detalle: el intendente de Pergamino se mueve bajo el padrinazgo de Daniel Angelici, binguero del lugar. Angelici tenía hasta anoche otro fastidio con el  pacto de “Pucho” y “Colo” con Pareja: no querían reconocer un lugar en  la lista de la primera sección para Cristian Gribaudo, que aspira a seguir en la Legislatura, donde ahora es senador. Gribaudo es, acaso, de los más fieles seguidores de Angelici.

No  es fácil ponderar la trascendencia de estas disidencias de dirigentes  de Pro frente al entendimiento alentado por Milei. En 9 de Julio, por  ejemplo, la intendenta María José Gentile se apartaría de “Pucho” y “Colo” para apoyar una lista seccional impulsada por la UCR y antiguos peronistas como Joaquín de la Torre o Emilio Monzó.  ¿Se trata de movimientos autónomos, incapaces de reflejar algo distinto que el ajedrez local? ¿O son la expresión de un último, extenuado,  esfuerzo de Mauricio Macri por conservar una zona de reserva frente al  avasallamiento de Milei? De nuevo: la señal más expresiva será si habrá o no un entendimiento en Vicente López.  Es un indicio que merece atención, porque permitiría vislumbrar si la  solidaridad con Milei de los legisladores que obedecen a Mauricio Macri  en el Congreso es incondicional o presenta algunos límites. En conclusión: en la microfísica bonaerense, sobre todo en la de la  primera sección electoral, se esconden algunas claves de la evolución  del oficialismo más allá de las elecciones de octubre.

En la tercera sección,  el sur y el este del conurbano, el Frente LLA tiene poco derecho a  ilusionarse. Le alcanza con un resultado digno. Es el territorio  tradicional del peronismo y, en las últimas dos décadas, del  kirchnerismo. Por eso, por la mística que exige la pelea, encabezar la  lista libertaria tiene un atractivo. El más favorecido para hacerlo era  anoche Iñaki Gutiérrez, un tuitero muy cercano a los hermanos Milei, que opera la cuenta de Tiktok del Presidente. Lo desafían desde Las Fuerzas del Cielo, la agrupación de Santiago Caputo. Es de prever que una organización con ese nombre promueva al secretario de Culto, Nahuel Sotelo.  Aparece la misma incógnita que con Valenzuela: ¿LLA propondrá  candidaturas testimoniales para que Sotelo pueda regresar a su escritorio? Suena a casta.

Es  difícil que LLA pueda derrotar al PJ en ese territorio. Sobre todo, porque Cristina Kirchner y Axel Kicillof resolvieron promover una lista de unidad. La encabezaría Verónica Magario, vicegobernadora bonaerense, representante del peronismo de La Matanza e interlocutora permanente de la señora de Kirchner. Tregua entre la expresidenta y su antiguo pupilo Kicillof. Razonable, porque ella carece  hoy de la fuerza suficiente como para imponer a alguien de La Cámpora, sea Máximo Kirchner o Mayra Mendoza, la intendenta de Quilmes.

En la primera sección todas las apuestas van hacia Federico Achával.  Intendente de Pilar, encarnación del negocio del juego. Por esta  actividad está muy relacionado con el líder de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. Los une el empresario César Mansilla, eterno agente de prensa y otras gestiones de Cristóbal López y su socio, Federico de Achával,  propietarios del casino de Palermo. Mansilla fue decisivo para que el  intendente prescinda de la partícula “de” en su apellido Achával. Una ínfima concesión al populismo peronista. Achával, sin “de”, es de un ecumenismo casi prodigioso. 

El actual secretario de Innovación, Ciencia y Tecnología de Milei, Darío Genua, llegó a ese cargo desde la Secretaría de Hacienda de Pilar. Hoy responde a Santiago Caputo. Una luz, Genua: antes había sido representante de Macri en Telecom por las acciones en poder de la Anses. Igual lo que importa es el patrocinio de Insaurralde sobre Achával,  porque compensa el espacio que debió ceder a La Matanza en una tercera sección electoral en la que Lomas de Zamora ha tenido un extraordinario peso histórico.

El  paisaje está incompleto, porque hay que incorporar otra fuerza en el tablero. Una coalición de antiguos dirigentes peronistas, militantes disidentes del Pro y la UCR bonaerense. Este experimento de tercera vía se llama Somos Buenos Aires y se sostiene en tres  hipótesis principales. La primera es que existe un universo a tener en cuenta de votantes que rechazan al mismo tiempo a LLA de Milei y al PJ de Cristina Kirchner. La segunda premisa: el kirchnerismo, en especial ahora que tiene a su jefa presa, ya no constituye una amenaza que permita estimular el voto útil.  Es decir, el argumento de que “el que no vota al antikirchnerismo favorece al kirchnerismo”, que fue el principal obstáculo para la  despolarización, habría perdido verosimilitud. 

La tercera: salvo en las grandes secciones del conurbano, en muchos  partidos de la provincia puede imponerse una lista sostenida por el  poder de los intendentes del lugar. Sobre todo en el interior rural,  donde el radicalismo sigue gravitando

Sobre la plataforma de estos argumentos, Emilio Monzó, Joaquín de la Torre, el intendente de Tigre Julio Zamora, el líder de la UCR Maximiliano Abad, Facundo Manes, Margarita Stolbizer, del Gen, y Maricel Etchecoin, de la Coalición Cívica, han constituido Somos Buenos Aires para funcionar como árbitros en la Legislatura y proyectar candidaturas más  competitivas hacia 2027. A la cabeza de la lista de la primera sección  está definido el nombre de Zamora. Para la tercera sección la figura más  competitiva es Graciela Camaño

Esta  tercera fuerza molesta a LLA pero también al peronismo. Se advirtió hace 10 días, durante una comida poco habitual, de la que participaron Máximo Kirchner, Sergio Massa, Monzó y Abad. En ese encuentro Kirchner y Massa intentaron convencer a Monzó y Abad de que armen una oferta que recuerde el perfil de Juntos por el Cambio. Es decir, que le quite votos al no-peronismo de Milei y no al PJ. No  tuvieron éxito. Hasta anoche prevalecía el criterio de que Somos Buenos  Aires lleve candidatos afines al PJ en el conurbano y candidatos  radicales o ligados a Pro en el interior. La participación de la UCR se explica por varios motivos, entre los que sobresale uno: Abad es  marplatense y su principal aliado, el intendente de “La Feliz”, Guillermo Montenegro, se transfiguró en “fuerza del cielo” y encabezará la lista de la quinta sección electoral de LLA.

Es lógico que Kirchner y, sobre todo, Massa, hayan soñado con que esa tercera vía sea un instrumento que favorezca el triunfo peronista frente a Milei. En el gobierno nacional identifican a Massa como el genio maligno que conspira contra la estabilidad de la administración. El folclore  anti-massista alimenta la fantasía, que repiten en la Casa Rosada, de que “Sergio quiere ser diputado nacional por si hay Asamblea Legislativa”.

Esta rivalidad tuvo la expresión más dramática la semana pasada. Fue cuando Guillermo Francos afirmó que durante la gestión de Massa, cuando el comercio exterior los manejaban Matías Tombolini y Guillermo Michel, se cobraban coimas para autorizar los permisos de importación. Nunca, desde que llegó Milei al poder, el oficialismo había sido tan duro con Massa. Fue un ataque significativo, sobre todo si se tiene en cuenta quién lo pronunció. Alguien que, como Francos, conocía aquella  experiencia desde adentro: fue representante ante el BID mientras Massa era ministro.

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