River venció 2-1 a Boca como visitante en un duelo cargado de tensión en el cierre.
En un partido inolvidable, River Plate venció por 2-1 a Boca Juniors en el Polideportivo Quinquela Martín, por la 18ª fecha de la Primera División de futsal, y cortó una sequía de 17 años sin triunfos en esa cancha. El duelo tuvo de todo: goles, expulsiones, un penal atajado, y un cierre épico con el “Millonario” defendiendo la ventaja con solo tres jugadores de campo.
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Tras un primer tiempo sin goles, el complemento se desató con emociones por todos lados. A los 3 minutos, Iván Curet aprovechó un rebote tras un remate de Lucas Leichner y abrió el marcador para la visita. Con el 0-1, Boca se jugó el todo por el todo y puso a Facundo Russo como arquero-jugador para buscar el empate.
Pero River se mantuvo firme y tuvo premio: a poco del final, Julián Caamaño robó una pelota en mitad de cancha y anotó el 2-0 con un disparo certero al arco vacío. El propio Caamaño fue expulsado segundos después por sacarse la camiseta en el festejo, dejando a su equipo con tres hombres.
La tensión se disparó cuando, con 1:40 por jugar, el árbitro cobró penal para Boca tras una falta de Eliseo Romero sobre Matías Bonino, quien estaba oficiando de arquero-jugador. Romero también vio la roja por doble amonestación. En ese momento, River quedó con dos jugadores de campo y su arquero Patricio Aguirre en cancha.
Lautaro Yáñez tuvo el empate en sus pies, pero Aguirre se hizo gigante y atajó el penal, sosteniendo la ventaja en un final dramático. Pese a la inferioridad numérica, el “Millonario” resistió y recién sobre el cierre, con un hombre más, Boca descontó gracias a un gol del propio Yáñez, que selló el 2-1 definitivo.
River, que en la primera rueda había empatado 2-2 ante su clásico rival y venía de perder 3-1 la Supercopa, ahora se tomó revancha en un marco imponente. Con este triunfo, los de Mauro Riente sumaron 37 puntos, uno menos que Boca, y quedaron a cinco de los líderes Barracas Central y Kimberley.
“Soñamos con este día. Vine a River para jugar estos partidos, soy hincha. Ganar en esta cancha es lo más grande”, declaró un emocionado Caamaño tras el encuentro. Luego pidió disculpas por su expulsión: “Me olvidé de la amarilla. Había dicho que si hacía un gol me sacaba la camiseta. Este equipo tiene corazón y hambre de gloria”.
Un Superclásico que quedará en la historia del futsal argentino, con un River heroico, que ganó con el corazón y terminó abrazado al desahogo tras 17 años de espera en la Bombonerita.