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Sexualidad, mujeres y género: las definiciones del papa León XIV que marcan su línea doctrinal

El nuevo pontífice, León XIV, ya fijó postura sobre temas que generan divisiones dentro y fuera de la Iglesia: se opone al sacerdocio femenino, rechaza el matrimonio igualitario y cuestiona la perspectiva de género.

08/05/2025

Desde su designación como nuevo papa, León XIV —el estadounidense Robert Prevost— comenzó a delinear el perfil ideológico y doctrinal de su pontificado. Y lo hizo sin rodeos. En sus intervenciones públicas más recientes, dejó en claro que mantendrá una línea conservadora en torno a los debates sobre sexualidad, género y el rol de la mujer en la Iglesia.

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Uno de sus pronunciamientos más citados fue sobre el ordenamiento de mujeres como sacerdotes: “Clericalizar a las mujeres no necesariamente soluciona un problema, podría generar uno nuevo”, afirmó, descartando así un cambio en la estructura jerárquica eclesiástica que desde hace años reclaman muchos sectores católicos.

Respecto al matrimonio igualitario y las nuevas configuraciones familiares, también marcó distancia: “Fomentar simpatía por creencias y prácticas que están en desacuerdo con el Evangelio, como el estilo de vida homosexual o las familias alternativas compuestas por parejas del mismo sexo y sus hijos adoptados, va en contra del orden natural”, sostuvo.

Su postura sobre la perspectiva de género fue igualmente categórica: “La promoción de la ideología de género es confusa, porque busca crear géneros que no existen”, expresó años atrás cuando era obispo en Chiclayo, Perú, en el marco del debate sobre la educación sexual en las escuelas públicas.

Si bien acompaña algunas reformas introducidas por Francisco —como el acceso a la comunión para católicos divorciados y vueltos a casar—, León XIV parece marcar un límite claro: no está dispuesto a modificar la doctrina tradicional sobre el rol de la mujer, la sexualidad y la identidad de género.

Sus palabras ya generaron reacciones: sectores conservadores aplauden la definición firme, mientras que movimientos católicos progresistas lo observan con preocupación. Comienza así un pontificado que, en estos aspectos, promete más continuidad que cambio.