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Opinión y Actualidad

Carta pública al cabo Guerrero de Gendarmería Nacional

Me dirijo a Ud. por ese nombre, porque es el que ha trascendido, pese a la voluntad en contrario de la ministra de Seguridad. No importa si es el verdadero. Tarde o temprano lo sabremos, y será el nombre de la infamia.

Hoy 07:21

Por Miguel Gaya
Para Página 12

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El miércoles 12 de marzo, vistiendo el uniforme de la Gendarmería, que debía usar para defender al pueblo y a la Nación, disparó contra el fotoperiodista Pablo Grillo con la intención de causarle un daño grave. Usted, y ninguna otra persona, ha truncado su vida para siempre.

En nombre de sus colegas reporteros gráficos, en nombre de todas las personas de buena voluntad de este país, en mi propio nombre, le pido que se presente ante la Justicia y asuma su responsabilidad.

Este desgraciado país ha sufrido demasiado por personas como usted, que han aceptado cometer lo inaceptable contra sus hermanos, escondiéndose en la impunidad y el anonimato. No tenían excusas, y usted tampoco las tiene. Ellos han perdido su dignidad para siempre. Usted aún puede elegir.

Hace una semana pudo haber elegido disparar esa granada como indican las normas, y eligió disparar contra Pablo. Aunque no supiese su nombre, aunque no supiese que sacaba fotografías, sabía que no representaba peligro alguno y usted le disparó para lastimarlo. Ahora ha quedado expuesto y deberá afrontar que todos ya sabemos lo que hizo. Más temprano que tarde lo sabrán sus padres, su esposa, sus hijos, hermanos y sobrinos. Lo sabrán sus vecinos y sus colegas.

Podrá inspirar temor, pero nunca tendrá respeto ni perdón. Usted, y para siempre, será quien desgarró la vida de un muchacho pacífico. Y todos sabrán que lo hizo adrede. Desconfíe de quienes le prometen impunidad. No pueden ni siquiera asegurarla para ellos. Recuerde un minuto la suerte de otros, sus condenas efectivas, su cárcel y sobre todo su escarnio social inevitable.

Para cuando la justicia se ponga en marcha, esos funcionarios que hoy parecen el poder mismo lo habrán perdido. Y usted estará solo frente a los jueces, frente a sus personas queridas y la sociedad toda. Será una vez más, como tantos de sus colegas antes, el pato de la boda. Pero puede elegir la dignidad de la verdad. Le pedimos que escuche su conciencia, que haga lo que debe hacer. Póngase a disposición de la Justicia, y asuma las consecuencias de sus actos.