El sacerdote Mario Rolando Tenti reflexionó sobre el mensaje del Papa Francisco para esta etapa de conversión y reflexión espiritual.
Este miércoles, la Iglesia Católica inició el ciclo de la Santa Cuaresma con la conmemoración del Miércoles de Cenizas, un tiempo litúrgico de penitencia, reflexión y conversión que culminará con la Pascua de Resurrección. En esta ocasión, el sacerdote Mario Rolando Tenti reflexionó sobre el mensaje de Cuaresma del Papa Francisco, que, como cada año, nos invita a vivir este tiempo con una actitud de esperanza y renovación espiritual.
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Tenti destacó las palabras del Papa, quien en su mensaje de Cuaresma nos recuerda la importancia del arrepentimiento, tal como se refleja en el Salmo: “Yo reconozco mi falta, mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos”. El sacerdote explicó que este acto de humildad, al reconocer nuestra pequeñez frente a la misericordia de Dios, es lo que la Iglesia nos invita a vivir durante este tiempo de preparación.
El Papa Francisco, bajo el lema “Caminar juntos en la esperanza”, nos invita a un proceso de conversión en tres palabras clave: caminar, juntos y esperanza. “Primero caminar, de eso se trata”, expresó Tenti, subrayando que no podemos permanecer estáticos, sino que debemos ponernos en movimiento hacia la transformación personal. El sacerdote recordó que el pueblo de Israel caminó durante 40 años por el desierto antes de llegar a la Tierra Prometida, y que este recorrido, aunque arduo, siempre estuvo motivado por la esperanza de alcanzar la libertad.
En su reflexión, el sacerdote destacó que el pesimismo y la resignación pueden ser dos grandes obstáculos que nos impiden caminar. “El miedo y la duda de que nada pueda cambiar nos paralizan”, explicó Tenti, además de señalar que la comodidad y la falta de deseo de transformación también pueden frenar nuestra marcha hacia la conversión.
Por eso, la invitación de esta Cuaresma es a caminar con valentía, a no conformarnos con lo que somos, sino a buscar la transformación interior, la conversión hacia una vida más plena en Cristo. Como el pueblo de Israel, debemos mantener en mente nuestra meta: la transformación y la resurrección espiritual, para caminar con esperanza hacia la libertad que ofrece la Pascua.