El equipo de Costas se impuso por 1 a 0 ante el de Úbeda que no tuvo un buen partido en casa. La Academia espera ahora por el ganador de Gimnasia vs. Estudiantes para afrontar el duelo decisivo en el Estadio Único Madre de Ciudades de Santiago del Estero.
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Racing dio otro golpe de autoridad en la Bombonera al derrotar 1-0 a Boca y meterse en la final del Torneo Clausura, en una semifinal cargada de tensión que terminó marcando el contraste perfecto entre un local resignado y un visitante eufórico. El Xeneize, pese al buen bimestre que había ilusionado a su gente, se quedó sin fuerzas ni ideas en los últimos minutos, mientras que la Academia celebró reunida en su campo una clasificación que la confirma como el equipo más sólido del país.
El partido tuvo desde el inicio un clima de final, pero muy lejos de un nivel acorde a semejante contexto. En la primera parte, los dos equipos se maniataron más de lo que jugaron: Boca manejó la pelota sin profundidad y Racing se dedicó a cortar, en un trámite sin emociones reales. Como muestra de la falta de audacia, el primer córner llegó recién a los 60 minutos, tras un centro de Paredes que casi deriva en expulsión de Barinaga al bajar a Vergara en una contra.
Con el correr del segundo tiempo, Racing ajustó su plan: se adelantó algunos metros y aprovechó la imprecisión de los volantes de Boca, especialmente de Paredes, que no logró asociarse ni darle claridad al equipo. Mientras tanto, los delanteros xeneizes seguían desconectados, sin peso y con un aporte ofensivo prácticamente nulo.
La noche comenzó a inclinarse definitivamente cuando Claudio Úbeda tomó una decisión que cayó como un golpe entre los hinchas: sacó a Zeballos, el mejor del equipo, para poner a Alan Velasco, que llegaba con más de dos meses de inactividad y poca incidencia desde su llegada. El mal presentimiento se confirmó rápido. Apenas cuatro minutos después, una recuperación de Racing terminó en la jugada que definió la historia: Almendra habilitó a Rojas, el lateral proyectó con libertad y tiró un centro perfecto para que Maravilla Martínez, tras diez partidos sin convertir, le gane por primera vez la posición a la dupla central local y marque el 1-0.

Desde ahí, la impotencia de Boca fue evidente. Jugó los últimos 15 minutos sin claridad, sin rebeldía y sin herramientas para empatar el encuentro. La señal más clara llegó del banco: con cuatro cambios disponibles, solo ingresó Battaglia, exclusivamente para cabecear un tiro libre en el descuento. Nada más.
El resultado deja dos realidades muy distintas. Racing peleará el título y la clasificación a la Libertadores, ratificando un presente brillante. Boca, en cambio, iniciará sus vacaciones con la necesidad de revisar el proyecto y definir la continuidad del cuerpo técnico, que superó expectativas pero cayó en la eliminación más dolorosa para el hincha. Porque la ilusión era grande. Y otra vez, no se dio.