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Opinión y Actualidad

La racionalidad de las urnas

Había información disponible que señalaba que iba a pasar lo que pasó en estas elecciones legislativas, y también recursos analíticos suficientes para entender por qué.

Hoy 04:39

Por Rodolfo Díaz, en diario Clarín
El resultado de la elección legislativa del 26 de octubre produjo sorpresa en la recepción y desorientación en las explicaciones; al parecer se esperaba otra cosa y frente a la contundencia de los hechos se improvisaron argumentos.

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Sin embargo, había información disponible que señalaba que iba a pasar lo que pasó y también recursos analíticos suficientes para entender por qué. Un estudio inédito de una importante consultora -entre los varios que circularon privadamente- a la vez que dejaba enormes interrogantes, anticipaba el resultado con bastante exactitud; con una muestra nacional de 1088 casos tomada entre los días 22 y 30 de agosto -es decir antes del escándalo de Espert y de la intervención de Trump y del Tesoro norteamericano- estaba lejos de evidenciar satisfacción con la economía, con la política o con el gobierno; pero a pesar de ello, anticipaba una intención de voto del 41% para La Libertad Avanza y del 30% para Frente Patria; el resultado efectivo fue de 40.7% y 31.8%.

Con esos datos, a las ciencias sociales convencionales se les hizo difícil explicar el resultado; fundada en la posguerra, esa perspectiva analítica se basa en el supuesto que lo político está sobredeterminado por lo económico; en este caso, que “la gente vota con el bolsillo”.

Pero los hechos falsaron esa idea y en su desorientación los analistas apelaron como explicación a los ómnibus de los intendentes o a la boleta única de papel, cuestiones que están lejos de la pretendida profundidad de su viejo dogma de la determinación socioeconómica del voto.

La Ciencia Política Positiva en cambio aborda la cuestión desde otra perspectiva, específicamente desde el comportamiento del actor racional; en la mejor tradición del pensamiento occidental, entiende el sujeto humano como un ser racional cuya especificidad es ser en el mundo con otros y de ese ser con otros deviene su carácter de animal político, animal político racional.

Provinciano en Buenos Aires, siempre he resistido la ideología dominante en esta ciudad, que no es ni el liberalismo ni el marxismo ni el peronismo sino el psicoanálisis; el votante no es un neurótico guiado por pulsiones y temores inconscientes sino un actor racional, que como tal tiene un conjunto relativamente coherente de preferencias entre las opciones políticas que enfrenta y decide por aquella que se adecua mejor a sus preferencias y que tiene chances de realizarse.

Como quedó demostrado el domingo 26/10, la gente no vota con el bolsillo; el voto no es una resultante mecánica de las condiciones socioeconómicas ni una reacción fóbica compulsiva ante un futuro desconocido; el voto es un acto intencional, racionalmente deliberado según las características de cada quién, que toma en cuenta tanto los factores económicos como también otros.

La gente vota con la cabeza; por eso primero tiende a votar la opción que prefiere más, pero si ve que esa no va a ganar, vota la que piensa que va a sacar más votos para que no gane la opción que prefiere menos. En el resultado del domingo hay votos de los dos tipos, ambos racionales; en el 41% de Milei, probablemente la mayor parte lo votó porque lo prefiere más; pero hay otra parte -no insignificante para la victoria- que lo votó para que no gane la que prefiere menos.