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Opinión y Actualidad

Democracia y cisnes negros

¿Qué es, para las ciencias sociales, un “cisne negro”? Un suceso impredecible y de alto impacto, ante el que no podemos estar preparados: el 11-S, la crisis financiera de 2008, la pandemia del Covid-19.

26/10/2025

Por Paula Canelo, en diario La Nación
Durante los últimos años la vida en democracia en América Latina y el Caribe nos viene mostrando, cada vez con mayor frecuencia, inesperados cisnes negros. Contengamos el aliento y enumeremos sólo algunos: la irrupción y legitimación electoral de líderes de las nuevas derechas (en Ecuador, Brasil, Bolivia, Argentina, El Salvador); el ascenso por vía democrática de outsiders que gobiernan contra las reglas del sistema (en Argentina, Perú, Bolivia); vertiginosos impeachments o destituciones de legitimidad dudosa (en Paraguay, Brasil, Perú, Honduras, Ecuador), escándalos de corrupción, intentos de magnicidio, diversas operaciones de violencia política, campañas de fake news capaces de torcer acontecimientos fundamentales de la vida política, etc.

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Es cierto que estos hostiles y sobresaltados tiempos lo son, en gran parte, por el impacto de la cultura digital y las redes sociales. Sin embargo, ésa puede ser una respuesta perezosa a la recurrencia de los cisnes negros. Creemos que éstos nos hablan de algo más: de cambios sociales y políticos profundos que apenas empezamos a reconocer.

Hoy, muchas democracias de la región son targets de elites globales predatorias, capaces de entronizar o voltear gobiernos mediante simples posteos en la red social X. Las viejas elites políticas, ahora amateurs en las nuevas praxis del poder, son cada vez más impotentes para representar a sociedades que no logran comprender.

Hoy, las menguantes capacidades de nuestros Estados no atinan a resolver la acumulación de nuevas capas de desigualdades, como las digitales y tecnológicas, por sobre las inequidades ya tristemente arraigadas en la región: de ingresos, de género, de edad, de origen étnico, de discapacidad, de orientación sexual, de credo, etc.

Hoy las clases sociales, pieza central de la caja de herramientas de nuestros padres intelectuales, parecen haberse transformado en clústeres, y nuestras sociedades de masas en archipiélagos. La idea de “crisis” ya no admite muchos más adjetivos. Muchos de los actores protagónicos de los paradigmas del pasado están en veloz transformación: el agro, la industria, los trabajadores, los empresarios, las organizaciones sociales, los partidos políticos. Sólo como ejemplo, las subjetividades populares que en el pasado asociábamos con lo colectivo y la homogeneidad, hoy se han individualizado y prestan apoyos muy condicionados a las democracias “con resultados”.

Sobreadjetivamos a la democracia (delegativa, resiliente, amenazada, declinante) tratando de captar aquello que, intuimos, ha perdido: y aunque todavía es democracia, nos es cada vez más extraña. ¿Cuánto más será lo que aún no llegamos a ver y que irrumpirá en algún momento como un nuevo (otro) cisne negro para el que no estemos preparados?

La tarea sigue siendo enorme para las ciencias sociales: pongamos en común nuestras cajas de herramientas y retrabajemos paradigmas, conceptos y métodos que nos permitan perforar la opacidad de nuestras sociedades. Porque sabemos que formar comunidad es la mejor forma de transitar tiempos hostiles.

TEMAS Democracia