En una tarde especial tras el fallecimiento de Russo, el equipo de Úbeda perdió 2 a 1 en casa y complicó su clasificación para la próxima Copa Libertadores. El santiagueño marcó el gol del descuento, pero no fue suficiente.
La tarde amigable que se había teñido de emoción con los sentidos homenajes a Miguel Ángel Russo se transformó en una noche gris para Boca. El cambio de clima, del sol primaveral a una brisa fresca, pareció anticipar lo que vendría: un partido complejo, trabado y con más nervios que fútbol. Y es que más allá del cariño mostrado al histórico entrenador, el conjunto xeneize debía enfocarse en sumar tres puntos clave en su pelea por los objetivos del año, algo que volvió a escapársele tras el 1-2 ante Belgrano.
El inicio mostró a un Boca intenso, decidido a imponer condiciones. Antes del minuto, Merentiel tuvo una clara chance, pero definió al cuerpo del arquero Cardozo, dejando el primer grito ahogado de la tarde. Sin embargo, fue apenas un espejismo. Belgrano, ordenado y con ambición, empezó a ganar terreno a partir del manejo de Zelarayán y la movilidad de Uvita Fernández y Passerini, que generaron peligro y complicaron a una defensa local nerviosa.
El equipo de Úbeda intentó reaccionar, pero las imprecisiones y la falta de ideas volvieron a repetirse. Merentiel tuvo otra oportunidad clara tras una gran asistencia de Carlos Palacios, pero su remate salió apenas desviado. En el cierre de la primera mitad, Milton Giménez también rozó el gol con un cabezazo que terminó en la parte externa de la red.
En el complemento, la historia se torció. Una falta innecesaria de Di Lollo sobre Passerini terminó en un penal que el VAR convalidó y que cambió por gol el propio delantero. Boca entró en un espiral de nerviosismo: protestas, reclamos y desorden. Y cuando intentaba reaccionar, una nueva falta —esta vez de Aguirre— derivó en un tiro libre que Belgrano aprovechó para poner el 0-2.
El descuento de Exequiel Zeballos le dio algo de esperanza al local, pero fue insuficiente. Boca no tuvo claridad ni calma para buscar el empate, y la Bombonera, que había estallado en aplausos por Russo, terminó envuelta en murmullos y fastidio.
Ahora el desafío será doble: recuperarse en la tabla y reconstruir la confianza de un equipo que volvió a tropezar justo el día en que todo parecía preparado para celebrar.