El Millonario revirtió su situación negativa, se impuso por 2 a 0 ante la T en el Mario Alberto Kempes, en el marco de la fecha 13 del Clausura y llega con otros ánimos a las semis de la Copa Argentina ante Independiente Rivadavia de Mendoza.
River necesitaba ganar. Más que jugar bien, más que gustar. Después de semanas turbulentas, con resultados adversos y cuestionamientos internos, el equipo de Marcelo Gallardo logró lo que buscaba: volver a creer. En el Kempes derrotó 2-0 a Talleres y dio señales de recuperación futbolística y emocional.
El comienzo fue tenso. River se mostró impreciso, con dudas en defensa y poca claridad en ataque. Franco Armani, todavía golpeado por su error ante Sarmiento, transmitió inseguridad en algunas intervenciones, mientras que los retrocesos dejaron espacios que Talleres casi aprovecha. El primer gol, obra de Gonzalo Montiel, fue una mezcla de insistencia y fortuna: la pelota pegó en el palo tras un remate de Casco y se desvió en Guido Herrera antes de entrar.
El alivio llegó en el complemento. Facundo Colidio, con una acción de pura jerarquía, rompió líneas, generó el espacio y habilitó a Meza, que definió con frialdad para el 2-0. Ese gol fue un punto de inflexión. River empezó a jugar más suelto, a tocar con confianza y a dominar un partido que hasta entonces le había resultado incómodo.
Gallardo celebró más que tres puntos: celebró un gesto de carácter, un equipo que respondió cuando más lo necesitaba. River encontró en Colidio y en Galarza los motores de su reacción y cerró el partido con autoridad ante un Talleres que se fue diluyendo con el correr de los minutos.