La salvaje película de época que recuerda a "La sustancia" y reimagina uno de los cuentos más famosos de todos los tiempos revuelve el Festival de Sitges con su violenta representación de las operaciones estéticas del Siglo XIX, a modo de sesiones de tortura.
Por Desirée de Fez
Para Fotogramas
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Con 'La sustancia' (2024) como propuesta más popular, el cine y la literatura de estos últimos años están hablando con fuerza desde el terror de la presión estética. A esta tendencia se suma el debut de la noruega Emilie Blichfeldt. Igual que Fargeat, la autora recurre a una narrativa de cuento. Pero en su caso, en vez de generar una fábula nueva adapta 'La Cenicienta'. Más que actualizarlo, Blichfeldt recupera en 'La hermanastra fea', una película de época, la crueldad de una de las versiones más famosas de ese cuento, la de los hermanos Gimm, para contar el atroz periplo de una de las hermanastras (Lea Myren) para convertirse en la más guapa.
Blichfeldt imagina las operaciones estéticas del siglo XIX (dice que no hay rigor histórico en su film, pero sí una interpretación de procedimientos estéticos reales) y las representa con una fiereza inaudita, a modo de sesiones de tortura. La combinación de la brutalidad de esas escenas, su afilado sentido del humor y la belleza formal de una cinta que se mueve entre lo sofisticado y lo camp (ahí está la influencia de 'The Love Witch') es irresistible. Y ese viaje visual nunca se desprende de la sátira.
Para fans del cine de terror con un mensaje afilado.