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Opinión y Actualidad

Mercados argentinos en foco: dólar, deuda y volatilidad financiera

El dólar volvió a sacudir la agenda financiera tras las nuevas restricciones del Banco Central.

27/09/2025

Por Pedro Chavez Atia (*) para Diario Panorama
La medida, que limita durante 90 días el acceso a los mercados bursátiles a quienes compren en el MULC, impulsó al alza al MEP, al CCL y al blue, que cerró a $1.440. Al mismo tiempo, el Tesoro consiguió financiamiento holgado y los bonos en dólares dejaron señales mixtas, en una semana marcada por la volatilidad y la falta de previsibilidad.

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Dólar y medidas del BCRA
La dinámica cambiaria volvió a ser el centro de atención. El blue, el MEP y el Contado con Liquidación (CCL) mostraron subas significativas y marcaron la agenda financiera. La explicación no está en rumores ni en movimientos aislados, sino en una decisión oficial que modificó las condiciones de acceso a la moneda extranjera.

Durante la jornada, el Banco Central publicó la Comunicación A 8336, mediante la cual dispuso que toda persona que compre dólares en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) no podrá acceder, desde ese momento y por los 90 días siguientes, a operaciones en la bolsa que liquiden en moneda extranjera, como el MEP o el CCL. Al mismo tiempo, aclaró que las inversiones en pesos continúan sin cambios y pueden realizarse sin restricciones.

La intención de la medida es evitar que quienes acceden al dólar oficial, a un tipo de cambio inferior, utilicen en paralelo los mecanismos financieros para obtener divisas a una cotización diferente. En los hechos, lo que busca es cerrar la posibilidad de arbitrajes que aprovechan la brecha cambiaria.

El efecto fue inmediato y se extendió por todos los canales. El dólar MEP subió 3,7 %, el CCL avanzó 4,8 % y el dólar blue cerró a $1.440 para la venta.

Detrás de esa decisión opera una lógica concreta: las exportadoras liquidan sus divisas en el MULC y el Banco Central las compra para fortalecer reservas. Con los pesos que reciben, no tienen acceso al mismo mercado cambiario, por lo que recurren al dólar financiero para volver a posicionarse en moneda dura. A la par, los minoristas también podían realizar un “rulo inverso”: comprar en el MULC y luego vender en la bolsa, drenando las reservas que el propio Central intentaba acumular. Frente a esta dinámica, la norma se presenta como un cepo simétrico que busca cerrar esos circuitos y encarecer el acceso al dólar Bolsa, evitando una mayor pérdida de divisas.

La incertidumbre generada por el anuncio se hizo sentir en distintos frentes. Empresas que necesitan planificar flujos en moneda extranjera, inversores que buscan cobertura y ahorristas que intentan resguardar sus ahorros se encontraron con un escenario más limitado y difícil de anticipar. En todos los casos, el resultado fue el mismo: mayor presión sobre los canales alternativos de acceso a divisas.

Para los inversores, la señal es clara: quien compre dólares en el MULC deberá esperar 90 días antes de poder volver a operar con instrumentos que liquiden en dólares. Las alternativas en pesos, en cambio, permanecen habilitadas sin modificaciones.

La discusión de fondo es si este tipo de disposiciones realmente cumplen con el objetivo buscado. Oficialmente se presentan como ajustes técnicos para limitar el arbitraje, pero en la práctica operan como un cepo encubierto. Una medida así podría haberse entendido al instaurar las primeras restricciones, cuando aún había margen para ordenar el flujo de divisas. Adoptarla recién ahora, en cambio, profundiza la incertidumbre: da la impresión de que no estaba contemplada dentro de un plan integral y termina siendo percibida más como un parche transitorio que como una política de fondo. Además, si se hubiese implementado desde un principio, probablemente se habría evitado parte de la presión que obligó al Banco Central a intervenir en el mercado con la consecuente pérdida de reservas.

En definitiva, lo que está en juego no es solo el precio del dólar, sino la confianza en las reglas del sistema económico. Mientras las decisiones sigan apareciendo de manera fragmentada y sin previsibilidad, la brecha cambiaria difícilmente se reducirá y la posibilidad de construir una estabilidad duradera seguirá siendo esquiva.

Licitación del Tesoro
La Secretaría de Finanzas adjudicó $7,33 billones en la última licitación, lo que representó un rollover del 130,2 % respecto de los vencimientos de la jornada. Este resultado no solo permitió cubrir las obligaciones inmediatas, sino también captar financiamiento adicional, en un momento en que la capacidad del Tesoro de sostener el flujo de recursos es observada de cerca por el mercado.

Dentro de las LECAP y BONCAP se destacaron tres colocaciones: $1,491 billones con vencimiento al 28 de noviembre de 2025 a una tasa del 3,63 % mensual, $1,489 billones al 30 de enero de 2026 al 4,16 %, y $418.000 millones al 30 de abril de 2026 al 3,53 %. La única serie que quedó sin adjudicar fue la de vencimiento al 15 de enero de 2027, lo que refleja el límite que los inversores están dispuestos a asumir en términos de plazo en el actual contexto.

El interés también se volcó hacia los instrumentos dólar linked, que permiten cubrirse de una eventual devaluación del tipo de cambio oficial. Allí se adjudicaron $1,327 billones con vencimiento al 31 de octubre de 2025 a tasa cero, $1,719 billones al 28 de noviembre de 2025 a +1,01 %, $641.000 millones al 15 de diciembre de 2025 a +1,25 %, y $254.000 millones al 30 de abril de 2026 a +1,99 %. La magnitud de estas colocaciones confirma que los inversores privilegian alternativas que atenúan la exposición cambiaria, aun cuando el Tesoro logre sostener un volumen importante de financiamiento en pesos.

Bonos soberanos en dólares
La deuda soberana en moneda dura cerró la semana con señales contrapuestas. En la última rueda, los bonos globales retrocedieron entre 2,6 % y 3,6 %, con el GD38 y el GD46 como los más castigados, reflejando la persistente fragilidad del segmento. Sin embargo, en la perspectiva semanal se registró una recuperación significativa: el precio promedio ponderado por circulante avanzó 18,6 %, alcanzando los US$60,3. Este movimiento se explicó en gran parte por el respaldo político de la administración estadounidense y el acompañamiento financiero de organismos multilaterales como el BID, que aportaron un respiro temporal. La foto de la jornada fue negativa, pero la película de la semana dejó un saldo positivo que, aun así, se sostiene sobre un terreno de alta vulnerabilidad.

Mercado accionario
El Merval, medido en dólares, también reflejó esa dualidad. En la última jornada de la semana retrocedió 3,2 %, para ubicarse en US$1.221. No obstante, en el balance semanal acumuló una ganancia del 14,0 %, lo que revela el contraste entre la toma de ganancias puntual y el interés sostenido en los activos argentinos. La volatilidad fue el denominador común: movimientos bruscos de corto plazo conviven con flujos que, en la semana, favorecieron a la renta variable local.

Tipo de cambio oficial
En el frente cambiario, el tipo de cambio oficial exhibió un comportamiento dispar. El A3500, que promedia la cotización en tres ventanas de negociación, cerró la rueda en $1.332, con un aumento diario del 0,5 %. El tipo de cambio spot, en contraste, terminó en $1.326, con una caída del 0,8 % respecto del día anterior.

En la comparación semanal, la tendencia fue claramente descendente: el A3500 retrocedió 9,7 % y el spot lo hizo en 10,1 %. Más allá de las oscilaciones diarias, el mercado oficial cerró con un ajuste fuerte que refleja tanto la volatilidad interna como la presión que persiste en el frente cambiario, a pesar de los esfuerzos del Banco Central por ordenar las expectativas.

Balance de la semana
El cierre de la semana deja un panorama en el que los avances y las tensiones conviven en un delicado equilibrio. Por un lado, el Tesoro consiguió financiamiento holgado en el mercado local y el Gobierno recibió señales de respaldo desde el exterior. Por otro, la dinámica cambiaria, la volatilidad de los activos y la persistente falta de previsibilidad exponen las debilidades estructurales de la economía argentina.

La aplicación de medidas restrictivas de corto plazo, sumadas a la inestabilidad en los precios de bonos, acciones y tipos de cambio, sugieren que aún no existe un marco integral capaz de ordenar expectativas. En este contexto, la previsibilidad se erige no solo como un atributo deseable, sino como la condición indispensable para reducir la incertidumbre y sentar las bases de una estabilidad duradera que, hasta ahora, sigue sin materializarse.

(*) Por Pedro Chavez Atia AP 2057 – Comisión Nacional de Valores (CNV) – República Argentina.

Aclaración: el objetivo del presente es brindar a su destinatario información general, y no constituye, de ningún modo, oferta, invitación o recomendación para la compra o venta de los valores negociables y/o de los instrumentos financieros mencionados en él.