Javier Milei y los integrantes de su mesa política, en insólita reacción a la paliza electoral recibida el 7 de septiembre, pretenden, de acá al 26 de octubre, que los argentinos borren su memoria.
Por Pablo Vera
Para Página 12
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Tienen dos objetivos.
Uno: convencer de que la derrota es producto de “operaciones” de servicios de inteligencia rusos, venezolanos, representantes de Venus y, probablemente, de Saturno y de Marte.
Dos: que a nadie se le ocurra viajar en nuestros inmediatos recuerdos y cuestionar el presente.
A lo largo del tiempo hubo intentos de eliminar recuerdos, batallas, conflictos, y también pasiones, amantes y amores. Es decir, borrar la historia misma, fulminar el pasado. Homero, en el canto IV de la Odisea, cuenta que Telémaco, hijo de Ulises, sufría por no tener noticias de su padre. ¿Habrá muerto en la Guerra de Troya? ¿Estará perdido en algún agujero húmedo y oscuro? Mientras se hacía esas preguntas sin respuesta, sentía que su pulso se agitaba. “Padre, ¿dónde estás?” Una y otra vez, esa sensación de vacío lo angustiaba.
En busca de confirmación sobre su padre, Telémaco visita a Menelao, rey de Esparta y esposo de Helena, hija de Zeus. Recibido con honores, se realiza una cena en su honor. Los comensales consideran opíparo el banquete. Sin embargo, no se levantan de la mesa. Ya saciados, con pesar y melancolía recuerdan las proezas de Ulises. La tristeza se apodera del salón. Helena, con agudeza, no puede permitirse que la sensación contagie a Telémaco. Ordena inmediatamente que se sirva Népenthes, la bebida del olvido. Así lo relata Homero: “Echó en el vino que estaban bebiendo una droga contra el llanto y la cólera, que hacía olvidar todos los males. Quien la tomare, después de mezclarla en la crátera, no logrará que en todo el día le caiga una sola lágrima en las mejillas, aunque con sus propios ojos vea morir a su padre y a su madre, o degollar con el bronce a su hermano o a su mismo hijo…”
Tal vez Helena buscaba un fin noble: que los recuerdos no produjeran tristeza, incordio, pesar.
Pero la literatura también da indicios en sentido contrario: “Quien controla el pasado, controla el futuro; quien controla el presente, controla el pasado”, dice George Orwell en una difundida cita de su libro “1984”. Allí, en una sociedad distópica controlada por un solo partido político llamado Ingsoc, dirigido por un enigmático líder conocido como “Gran Hermano”, el Ministerio de la Verdad se encarga de que los archivos históricos coincidan con lo que quiere Ingsoc. Los libros de historia sólo son escritos por el Partido. A las personas se les prohíbe tener recuerdos de su propio pasado.
Winston, personaje central de la obra, comienza a cuestionarse este orden totalitario y es detenido. Antes de ello, y con gran esfuerzo, Winston buceaba en su memoria y se preguntaba: “¿Hubo siempre estas vistas decrépitas, casas decimonónicas, con los costados revestidos de madera, las ventanas tapadas con cartón, los techos remendados con planchas de zinc acanalados y trozos sueltos de tapias de antiguos jardines…?”
“Era inútil, no podía recordar. Nada le quedaba de su infancia, excepto una serie de cuadros brillantemente iluminados y sin fondo, que en su mayoría le resultaban ininteligibles”. (Cita textual de “1984”).
¿Acaso el Partido le había robado la memoria? Extirpar el pasado es un arma del poder para impedir que sus políticas puedan ser “comparadas” y “recordadas”. Es violentar el único “laboratorio” que tienen la política y la economía para intentar poner en cuestión sus decisiones. Va de suyo que, aun así, es un laboratorio cuyos resultados son susceptibles de ser reprochados. Infalible, no; pero imprescindible, sí.
Volviendo a las metas de Gobierno, al primer objetivo, de convencer sobre una supuesta conspiración planetaria, no vale ni dedicarle el 3 por ciento de esta nota.
En cuanto a segundo objetivo (borrar la memoria) vale la pena citar lo que expresa Arnaldo Bocco en su trabajo “Panorama Financiero antes del trade electoral del 7/9”. Pese al acuerdo con el FMI, que según el Gobierno daría estabilidad al mercado cambiario, sumado al improvisado desarme de las letras fiscales (Lefis), se produjo un enorme desorden que presionó sobre el dólar. Tratando de atenuarlo (pero echando nafta al fuego) se convalidaron tasas de interés delirantes.
Con precisión, Bocco dice: “Los malos números del sector externo hacen poco creíble el esquema cambiario”. Respecto de la persistencia en un déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos, afirma: “La inestabilidad cambiaria y la suba del riesgo país hacen difícil que haya ingresos financieros suficientes para compensar el déficit de cuenta corriente”. Es evidente que, frente a un escenario de notable caída del consumo, como de actividad económica, la restricción monetaria con encajes del 53,5 por ciento y tasas por las nubes, tendrían consecuencias.
Milei había asumido que la victoria estaba cimentada por sostener el ancla cambiaria, a fin de que no se disparara la inflación. Sin tener en cuenta el deterioro económico . Así lo expresaba, el 4 de septiembre, la consultora “1816” en su Informe “La primera gran prueba”: “La actividad económica ya venía estancada en el primer semestre y nos sorprendería enormemente que no haya un descenso relevante del PBI en el tercer trimestre del 2025, con respecto al segundo trimestre del 2025” Avizoraba “1816” “Hay que prepararse para que, en las próximas siete semanas, la economía, continúe deteriorándose”.
Claudio Scaletta señala que el gobierno con sus decisiones económicas (ancla cambiaria, sin generación de divisas, apreciación del tipo de cambio con empuje de importaciones) crearía una tormenta perfecta.
El gobierno luego de la derrota persiste en su dogma, sin advertir que la paliza electoral encuentra en la crisis económica y social un vector determinante. Veremos en los próximos días reuniones intrascendentes de sujetos políticos, sin sensibilidad, ni voluntad para escuchar el voto popular. La confesión de Milei, el 7 a la noche de que el “programa” económico sigue igual suena a la antesala de mayor endeudamiento más recesión. Y el discurso de presentación del Presupuesto, el lunes 15 a la noche, no dio la pauta de un cambio de rumbo.
La Gerencia de Estudios Económicos del Banco Provincia revela que la economía real y el empleo caen a un ritmo vertiginoso y que el estancamiento económico traerá peores noticias hacia octubre. Que se está destruyendo la infraestructura vial y que el freno en la obra publica es una piña al hígado a la actividad productiva de la provincia de Buenos Aires. La Cámara de la Construcción advierte la ausencia de mantenimiento regular, que acelera el deterioro a futuro. “La conservación del stock de capital en infraestructura vial en Argentina requiere una inversión sostenida y planificada de mantenimiento acorde con las recomendaciones internacionales y las necesidades específicas del país”, sostiene.
Milei parece no advertir que la memoria sigue viva y que el sufrimiento cotidiano no se olvida.