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Opinión y Actualidad

Crítica de "El Conjuro 4: El último rito"

Vera Farmiga y Patrick Wilson vuelven a interpretar a los agentes Lorraine y Ed Warren en la entrega definitiva de la saga que, aunque avanza renqueante, nos regala varias escenas de terror realmente atractivas.

17/09/2025

Por Desirée de Fez
Para Fotogramas

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“El Conjuro 4: El último rito” es algo decepcionante como (supuesto) cierre de una de las sagas de terror que más alegrías ha dado a los fans del género. Pero, vista sin exigirle la excelencia de las grandes despedidas, también es una película que prueba, una vez más, que detrás de la franquicia inaugurada con “El Conjuro” (2013), uno de los mejores filmes de terror de este siglo, hay gente que sabe lo que hace.

En poco más de una década, James Wan (director de las dos primeras y productor del resto de las entregas) y su equipo han estrenado nueve películas en torno a Lorraine y Ed Warren, una pareja de investigadores de fenómenos paranormales inspirada en personajes reales. Son una saga de cuatro centrada en ellos y los spin-off inaugurados con “Annabelle” (2014) y “La monja” (2018). No todas esas películas son igual de buenas, pero en todas, en distintos grados pero sin excepción, hay amor por el género y conocimiento del mismo, cuidado en la dirección artística y en la puesta en escena, un pensamiento serio de las set pieces de terror y una defensa del arte del susto. Hay, en definitiva, un compromiso firme con el cine de terror. “El Conjuro 4” no es el cierre soñado. Al menos dos cosas se giran en su contra. Una es su excesiva duración. El problema no es que sea larga, sino que en varios momentos avanza renqueante. Hay una tendencia a la escena estirada y a la repetición que frenan el ritmo de la propuesta. Eso sucede especialmente en su primera mitad, donde también se advierte la otra decisión que desajusta la propuesta. Es una decisión narrativa. Hasta que ambos relatos confluyen del todo, la narración alterna de la historia personal de los Warren y la de la familia Smurl, cuyo caso acabarán investigando, avanza renqueante. “El Conjuro 4” tiene, sobre todo, problemas de ritmo. También resulta un tanto excesiva, en contraste con el resto de la saga, la decisión de dedicarle en esta entrega tanto peso al drama familiar de los Warren como al terror. Probablemente tenga que ver con la idea de la despedida, con querer hacer que esos personajes dejen una huella mayor en el espectador. Pero, aunque Lorraine y Ed Warren siempre han sido dos personajes sólidos, en gran medida por la carismática interpretación de Vera Farmiga y Patrick Wilson, hasta ahora no se les había dado un peso dramático tan excesivo y, por ello, extraño.

“El Conjuro 4” tiene esas fragilidades, pero también tiene buen cine de terror dentro. Michael Chaves, también director de “El Conjuro 3” (2021), tercera parte de la saga, sabe representar formal y visualmente los espacios tomados por el mal. En su película todo juega a favor (la dirección artística, la fotografía, el diseño de sonido, el uso de la música) de la buena configuración de un ambiente opresivo y malsano. Mirándose esta vez en los clásicos, especialmente en “El exorcista” (1973) y en “Poltergeist” (1982), Chaves muestra también oficio y ráfagas de brillo en las secuencias decisivas: tanto el prólogo como el clímax final de la película están muy bien. Y, aunque ninguna llega a ser memorable, regala algunas escenas de terror concebidas con inteligencia y realmente atractivas: la del probador del vestido de novia, con el horror y la ansiedad de la hija de los Warren (Mia Tonlinson) reflejados y multiplicados en los espejos, y la de la muñeca que gatea.

Para fans de los Warren y del terror hecho por gente que sabe.