Un juez federal desestimó el pedido del Departamento de Justicia y determinó que el navegador podrá seguir bajo el control del gigante tecnológico, aunque con nuevas restricciones.
Un juez federal en Estados Unidos resolvió este martes que Google no estará obligado a desprenderse de Chrome, el navegador más utilizado del mundo, con más del 60% de participación en el mercado global. La decisión, a cargo del magistrado Amit Mehta, echa por tierra el pedido del Departamento de Justicia (DOJ) que buscaba forzar la venta como medida para limitar la posición dominante de la compañía en el negocio de las búsquedas en línea.
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En un fallo de 230 páginas, Mehta sostuvo que “los demandantes se extralimitaron al solicitar la desinversión forzosa de activos clave”, y aclaró que ni Chrome ni Android fueron utilizados por Google para imponer restricciones ilegales.
El DOJ había impulsado la medida en 2024, durante la gestión de Joe Biden, argumentando que la firma de Mountain View se valía de acuerdos exclusivos para reforzar su monopolio. La reciente sentencia revierte la dirección de un caso que parecía encaminarse hacia un duro revés para la tecnológica.
Si bien Google conservará a Chrome, el juez estableció límites. Entre ellos, la prohibición de cerrar acuerdos exclusivos de búsqueda, tanto en el navegador como en el chatbot Gemini. Además, la empresa deberá compartir datos de búsqueda con competidores, con el objetivo de reducir la brecha generada por su poder de distribución.
El fallo también habilita que Google continúe pagando a empresas como Apple para precargar sus aplicaciones, al considerar que el fin de esos acuerdos afectaría a consumidores y mercados.
Desde la compañía matriz, Alphabet Inc., manifestaron cautela ante la decisión. “Nos preocupa el impacto que estos requisitos tendrán en nuestros usuarios y su privacidad”, indicaron en un comunicado, aunque destacaron que el tribunal reconoció los cambios que introdujo la inteligencia artificial en el sector de las búsquedas.
El fallo representa una victoria parcial para Google: evita la venta de su producto insignia, pero marca un precedente regulatorio que limita la forma en que podrá expandir su ecosistema en el futuro.