Liam Neeson y Pamela Anderson lideran el reboot de "La Pistola Desnuda", un homenaje divertido y nostálgico que respeta la saga pero evita riesgos.
Por Pablo Vázquez
Para Fotogramas
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Cuando Seth MacFarlane, que ha terminado siendo coguionista y coproductor de este esperado reboot después de ser su principal impulsor desde 2021, anunció que el personaje de Frank Drebin Jr. sería interpretado ni más ni menos que por Liam Neeson algunos de los fans de la saga amusgaron el rostro. Quien esto escribe no hizo más que sonreír; Leslie Nielsen, el protagonista de la original 'La pistola desnuda' (D. Zucker, 1988), consolidó un estatus de actor respetado en televisión y cine durante los años 50 y 60, trabajando en estudios como MGM y Universal y protagonizando clásicos de la talla de 'Planeta Prohibido' (F. M. Wilcox, 1956) hasta su inesperado salto a la comedia en los ochenta. Neeson había cultivado durante años el mismo pedigrí de actor circunspecto y oscarizable, pese a que su filmografía contaba con algún volantazo hacia terrenos más heterodoxos (pienso en 'Darkman' de Sam Raimi). Después del estreno y el éxito de la impagable 'Venganza' (P. Morel, 2008), poco antes del fallecimiento de su esposa, la espléndida Natasha Richardson, Neeson emprende una deriva por los cauces del cine de acción más ligero y palomitero que lo hace convertirse en un meme en sí mismo sin perder su aura de respetabilidad.
Sin embargo, intervenciones puntuales como sus descacharrantes cameos en series como 'Extras' (2005-2007) y 'La vida es muy corta' (2011), ambas al servicio de Ricky Gervais, habían demostrado que sabía reírse de sí mismo. Algo que no hizo sino confirmar su papel de villano en 'Mil maneras de morder el polvo' (2014), dirigida, coescrita y protagonizado por MacFarlane en un disfrutable homenaje a los wésterns paródicos de Bob Hope por el que reconozco sentir especial debilidad. La elección de Pamela Anderson parecía incluso menos desventurada; no en vano, la actriz había estado a punto de aceptar el papel que acabaría en manos de la malograda Anna Nicole Smith en la tercera entrega de la saga, ya dirigida por Peter Segal. Su rescate, posterior a su reivindicación como actriz dramática gracias a 'The Last Showgirl' (G. Coppola, 2024), se antojaba temeraria y con un punto insensato; casi tanto como la elección de Priscilla Presley en el film original. Si, cómo hemos visto, la química había funcionado en el set, ¿por qué no iba a hacerlo en la propia película?
David Zucker, Jim Abrahams y Jerry Zucker, que solo firmaron juntos, en compañía de Pat Proft, el libreto de la primera entrega, continúan sus trayectorias por separado, consiguiendo algunos logros estimables. Leslie Nielsen queda encasillado en el género y en su personaje, consolidando un modo reconocible de hacer comedia en obras que se mueven entre la simpatía y lo meramente derivativo. La fórmula ZAZ también experimenta sus ramificaciones. Por un lado, su vena paródica se explota hasta el hastío en las parodias de Jason Friedberg y Aaron Seltzer, como 'Date Movie' (2006) o 'Híncame el diente' (2010) —sin su implicación, y en una desternillante vuelta de tuerca al asunto, incluso llegó a haber un 'Venganza Movie' (John Asher, 2015) con Lee Tergesen parodiando los modos y tics de Neeson)—, siempre a partir de taquillazos recientes.
Por otra, su vena experimental y heterodoxa es utilizada, con sabiduría, por gourmets del humor contemporáneo como Quentin Dupieux; un gag de 'Wrong' (2012), como aquel de la oficina en la que llueve continuamente, podía haber formado parte de 'Top Secret!' (Abrahams, Zucker, Zucker, 1984). A mediados de los diez del nuevo milenio, la comedia norteamericana entra en franca decadencia, bien por motivos socioeconómicos (la crisis imperante a nivel mundial), socioculturales (el relevo generacional, la saturación ideológica) y morales (las nuevas sensibilidades, el regreso de la corrección política). Por unas cosas y otras, al público, ya en otra cosa, se le olvida reír, romperse la caja en la sala oscura, y las propuestas más arriesgadas tan solo hayan refugio en los nuevos formatos televisivos y de plataforma, y esto hace más urgente la recuperación de la fórmula ZAZ pese a quien pese, duela a quien duela y con todas sus consecuencias.
Vivir y reír en Los Ángeles
¿Es la nueva 'La pistola desnuda' lo bastante divertida para aliviar los trastornos caniculares? Desde luego que sí. ¿Está a la altura del riesgo y la brillantez de la original? Esta es una pregunta más difícil de responder. MacFarlane y el director Akiva Schaffer, miembro del grupo Lonely Island junto a Andy Samberg y Jorma Taccone, y autor de maravillas como 'Flipado sobre ruedas' (2007), 'Popstar' (2016, codirigida con Jorma Taccone) o 'Chip y Chop: Los guardianes rescatadores' (2022) —me salto deliberadamente la mediocre 'Los amos del barrio' (2012)— demuestran conocer al dedillo las claves del material de partida y poseen talento a raudales para ponerlo en marcha, y otro tanto podemos decir de sus coguionistas; por un lado, Dan Gregor y Doug Mand (ambos del 'Team Schaffer', fogueados además en la estupenda serie 'Crazy Ex Girlfriend') y, por otro, Mark Hentemann y Alec Sulkin (compiches habituales de MacFarlane).
En honor de la verdad, el primer 'Agárralo como puedas' se basaba en la efímera serie 'Police Squad!', 1982), de apenas seis episodios también protagonizados por Nielsen, y trataba de distorsionar el tono y los tropos del policiaco en su formato tanto televisivo como cinematográfico. El film de Schaffer, debido en parte al trabajo previo de sus responsables, bebe principalmente de un humor cocinado en televisión. A pesar de que tanto MacFarlane como Schaffer cuenten con éxitos en la gran pantalla (no me olvido de la saga 'Ted', del primero), es imposible eludir la influencia de los sketches de The Lonely Island para el 'Saturday Night Live', o de series como, entre otras, la exitosa e incombustible 'Padre de familia', creada por MacFarlane. También de humoristas o creativos que han surgido o se han asentado en los últimos años, como Ricky Gervais, Dan Harmon, Rachel Bloom, Maria Bamford, Nathan Fillon, Tim Robinson o Zach Canin.
Al 'La pistola desnuda' de Akiva Schaffer le pesa un excesivo respeto por las fuentes, el abuso del factor nostalgia (un detalle, eso sí, contar con un cariñoso cameo de Priscilla Presley) y la ausencia del factor sorpresa. También un exceso de cálculo que coarta la libertad de algunas de sus situaciones o personajes, y esa voluntad de conciliar el humor más heterodoxo, retorcido y 'de nicho' (tronchantes esas referencias a Black Eyed Peas, a Catherine Zeta Jones, a Bill Cosby y a 'Buffy, cazavampiros') y su necesidad de granjearse nuevos adeptos.
La película cumple sobradamente lo que promete; es sofisticada y moderna, con esa combinación salutífera entre lo inteligente y lo estúpido, lo afilado y lo soez, lo ácido y lo primitivo, que fue una de las señas distintivas del trío de directores. Schaffer rueda muy bien, conoce a la perfección las claves del material que distorsiona y desmadeja, que es la base y el truco de todo spoof. También se muestra diestro en el uso del diálogo, el double entendre, el running gag, la broma visual y el chascarrillo metalingüístico. En su aproximación al cine negro, no duda robar o tomar prestado de los grandes —el gigante Carl Reiner, tanto el de 'Cliente muerto no paga' (1982) como el de 'Distracción fatal' (1993), y algún incunable de más difícil acceso como 'Come y corre' (Christopher Hart, 1986) —, o el Mike Myers de las sagas 'Wayne's World' y 'Austin Powers'.
Todo ello recorrido de un mensaje tecnófobo relacionado con la recuperación de las esencias, en lo que coincide además con la recientísima 'Terminagolf 2' (Kyle Newacheck, 2025). Hay en sus bien ajustados 85 minutos lugar para gags desternillantes, escenas de acción que concilian el sesgo paródico con la pericia técnica (el prólogo), gags sexuales de trazo grueso pero exquisita formulación, virtuosas set pieces de slapstick que rinden de nuevo tributo a la saga seminal e incluso canciones compuestas para la ocasión, entre las que destaca un tema final, 'My Sweet Beth', compuesto por Schaffer y Greg Chun, y cantado por el propio Neeson y, sobre todo, un perfecto y equilibrado desempeño de la talentosa dupla protagonista. Es, por tanto, una buena noticia, y quizá el indicio de lo que está por venir, pese a que el conjunto desmerezca un tanto al compararlo con los muy superiores logros paridos en el pasado por MacFarlane y Schaffer. Basta recordar, no solo sus películas, sino videoclips de Lonely Island tan brillantes como 'Jezz in my Pants', 'I'm on a Boat' o 'Like a Boss', o la nunca suficientemente ponderada 'MacGruber', dirigida en 2010 por Jorma Taccone, que aquí aparece como consultor creativo.