El Fortín se quedó con el duelo ante el Rojo por 2 a 1 en el marco de la quinta fecha del Clausura en el Estadio José Amalfitani.
Una serie de errores garrafales dejaron a Independiente en la sala de terapia intensiva. La derrota que sufrió el Rojo por 2 a 1 frente a Vélez desató un incendio voraz en Avellaneda. Y la única forma de controlarlo será que el equipo reaccione y logre dar vuelta la serie ante Universidad de Chile el miércoles, cuando dispute la revancha de los octavos de final de la Sudamericana tras haber caído por 1-0 en el duelo de ida.
El equipo de Julio Vaccari, quien dispuso ocho cambios y armó una formación con predominio de jugadores habitualmente suplentes, no arroja respuestas independientemente de quiénes sean los intérpretes de turno. No es ni la sombra del conjunto que entusiasmó a sus hinchas en el semestre pasado. No otorga señales de vida. No da garantías. Contagia inseguridad. Y la crisis ya es alarmante porque el crédito se agota. Todavía no ganó en un Torneo Clausura en el que marcha último en la Zona B con apenas dos puntos en cinco encuentros.
El Fortín, que salió al campo con una formación mixta en la antesala al duelo del martes por Libertadores ante Fortaleza (en la ida en Brasil igualaron 0-0), no precisó hacer un gran partido para asestarle a Independiente un golpe que lo llevó a besar la lona. Le ganó porque aprovechó los errores no forzados de un equipo que no puede caminar sin tropezarse con sus propios cordones. Lomónaco, quien en la primera mitad del año se ganó una convocatoria a la Selección, cometió un penal infantil tras un blooper increíble. Cuando no encontraba la forma de generar juego le cayó un regalo del cielo: Quirós bajó a Galdames en el área y Loyola lo empató de penal. Pero el envión le duró un suspiro porque De Irastorza pagó el precio de su inexperiencia y cometió un penal evitable al tomar de la camiseta a Romero.
Independiente perdió la consistencia, el ritmo, la intensidad y el vigor de los primeros seis meses del año. Volvió a quedar desnudo y a la intemperie en el Amalfitani, donde se mostró muy endeble ante cada aproximación del adversario. El conjunto de Vaccari tiene un gran déficit de confianza. El técnico no le encuentra la vuelta. El hecho de que haya comenzado abajo en siete de los ocho partidos que jugó desde que se reaunudó la competencia delata que los planteos iniciales no le vienen saliendo.
Además de la flagrante fragilidad a nivel defensivo, Independiente no consigue generar juego. “Sin patear al arco es difícil”, había dicho Vaccari tras la caída en Chile. Las falencias en cuanto a la gestación también fueron elocuentes contra Vélez. Y se profundizaron cuando el equipo quedó con diez por la roja a Lomónaco. Con la caída, el Rojo alcanzó los siete partidos sin ganar entre todas las competiciones, con tres empates y cuatro derrotas. No para de involucionar.
Vélez, que busca alejarse lo más posible de la zona roja, respiró. Independiente, y Vaccari, se jugarán el semestre ante la U.