X
Opinión y Actualidad

Crítica de "Hamburgo"

Lino Escalera dirige esta cinta con aroma de neonoir existencial y western urbano en la que, como en su notable 'No sé decir adiós', los personajes son pobres diablos que tratan de huir de una ratonera hostil mientras son controlados por los hilos invisibles de un hado funesto.

02/06/2025

Por Pablo Vázquez
Para Fotogramas

HACÉ CLICK AQUÍ PARA UNIRTE AL CANAL DE WHATSAPP DE DIARIO PANORAMA Y ESTAR SIEMPRE INFORMADO

Lino Escalera es ya amo y señor de un cine que halla su voz más allá de la adscripción genérica, las intenciones de denuncia, la artificiosidad dramática y el goteo de referencias. Como en la notable 'No sé decir adiós' (2017), sus personajes son pobres diablos que tratan de huir de una ratonera hostil mientras son controlados por los hilos invisibles de un hado funesto. Si en aquella obra tan hábil como celebrada, el personaje de Nathalie Poza le espetaba, en la madrugada, a un ligue fortuito que quería irse a Portugal, en 'Hamburgo' el nombre de la ciudad alemana aparece en la astrosa camiseta de la protagonista como símbolo de una abstracta idea de próspera libertad, espejismo próximo a Wim Wenders; tanto, que el aroma de neonoir existencial y western urbano de su mejor cine sobrevuela un film cuyo desaliento lo acerca a su vez a las películas de gánsteres de Jules Dassin.

'Hamburgo', coescrita por Daniel Remón y Roberto Martín Maiztegui, no es un melodrama ortodoxo, sino un thriller de turbias pinceladas, tan próximo a Urbizu como a un temprano Antonio Chavarrías, que, pese a su coherencia (ley de Murphy: ''Si algo puede salir mal, saldrá mal''), peca de una intensidad que no siempre rima con la verosimilitud del desarrollo, y, aun así, entronca con una ambición siempre más cercana al arrebato que a la depuración estilística. La misma dispersión que aleja el conjunto de la excelencia no impide disfrutar de sus enérgicos logros, en los que la capacidad atmosférica de su director se funde con el desasosiego de sus criaturas, movidas siempre por los códigos de la supervivencia. Así como Asia Ortega, Mona Martínez y Tamara Casellas cargan con personajes desdibujados, el film se eleva cuando unos soberbios Lorente y Casamajor toman los mandos, pasándoselo en grande al tiempo que deconstruyen y vuelven a construir sus arquetipos, poseídos por la chispa inflamable propia de una historia de amor imposible, sin olvidar a esa Ioana Bugarin en el papel de Alina, tan frágil como torvamente poderosa, cargada de matices impredecibles, el corazón de la película.

Para espectadores que busquen un cine que vaya más allá del simple recado.