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Opinión y Actualidad

La educación en la Argentina: una deuda impostergable

La reciente publicación de los resultados de las Pruebas Aprender 2025 vuelve a poner en evidencia una verdad que no podemos seguir ignorando: la educación argentina atraviesa una crisis profunda, estructural y persistente.

Hoy 05:01
Foto de archivo.

Por Maximiliano Abad, en diario La Nación
Lejos de ser un hallazgo novedoso, estas evaluaciones confirman lo que docentes, estudiantes y familias vienen experimentando hace años: un proceso sostenido de debilitamiento, desarticulación y pauperización de la escuela en sus funciones esenciales.

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Las evaluaciones como Aprender son herramientas indispensables. Nos permiten conocer con el estado del sistema educativo, identificar fortalezas y debilidades, y tomar decisiones informadas. Pero el diagnóstico que arrojan es contundente y doloroso: estamos fallando en garantizar la alfabetización básica en todos los niveles, en distintas condiciones socioeconómicas y en todas las modalidades, tanto en escuelas públicas como privadas. La crisis no distingue ni territorios ni sectores. Es, como tantas otras, una crisis estructural.

Los datos son alarmantes: según los resultados de las Pruebas Aprender 2025, menos de la mitad (45%) de los alumnos de escuelas primarias argentinas alcanza el nivel esperado de lectura al terminar tercer grado . Además, el 11,6% de los estudiantes de tercer grado se encuentra en niveles de desempeño que indican que recién se están iniciando en la lectura de textos simples.

Esta situación configura el verdadero déficit argentino. Sin educación de calidad, sin inclusión real, sin oportunidades de formación continua para nuestros docentes, sin salarios dignos y sin un acuerdo estructural entre todas las jurisdicciones —con la participación activa de la comunidad educativa—, la Argentina (no solo su sistema educativo) no tiene futuro. No hay desarrollo posible sin una escuela sólida, moderna y con sentido de pertenencia.

Y cuando hablamos de déficit educativo, no nos referimos a una deuda que pueda reprogramarse. No hay crédito internacional ni título público que pueda devolver las oportunidades perdidas a cientos de miles de pibes que hoy quedan condenados al abandono, la deserción y la falta de proyectos de vida. Cada chico que se cae del sistema educativo es una derrota colectiva.

Frente a esta realidad, necesitamos actuar. Propongo avanzar en un proceso de concertación educativa, un nuevo formato de Congreso Pedagógico que siente las bases de un Plan Estratégico Nacional de Educación. No se trata de una política más: se trata de construir, con consenso y compromiso, un nuevo contrato social en torno a la educación.

Modernizar contenidos, incorporar y ampliar los usos de la inteligencia artificial como herramienta pedagógica, vincular el aprendizaje con el mundo productivo, y garantizar una formación docente de calidad son algunos de los pilares de esta transformación. La educación debe volver a ser un orgullo nacional. Y eso solo será posible si todos -Estado, partidos políticos, sindicatos, organizaciones civiles y familias- trabajamos juntos por una Argentina próspera y justa.

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