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Opinión y Actualidad

El trabajo en tiempos de inteligencia artificial: ¿Le deseamos “feliz día” al ChatGPT?

Celebremos lo que todavía nos hace únicos: nuestra capacidad de ser humanos en el mundo del trabajo.

01/05/2025

Por Débora Wolosky, en diario Clarín
Llegó el 1º de mayo, Día Internacional del Trabajador, una fecha en la que resulta inexorable reflexionar, cada año, en torno a diferentes cuestiones. El trabajo como gran ordenador de la vida en sociedad. El trabajo y su capacidad de otorgar sentido, pertenencia y propósito a las personas. Cómo se aborda hoy la equidad y la inclusión en el mundo laboral. El trabajo y su reconfiguración constante en un mundo atravesado por la tecnología, la automatización y nuevas formas de organización.

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Todas estas dimensiones deben pensarse, hoy, a partir de la respuesta que encontramos a una pregunta global: Qué significa trabajar en el siglo XXI.

Tanta agua ha corrido debajo del puente que ya no alcanza con definir el trabajo solamente como una fuente de ingresos o como una obligación. Hoy, trabajar implica habitar un espacio que debería ser, al mismo tiempo, productivo, saludable, justo y humano. Un espacio donde se reconozca la diversidad, se promueva la innovación y se valore tanto el resultado como el proceso.

La pandemia aceleró transformaciones que venían gestándose: el trabajo remoto, la flexibilización de horarios, el rediseño de los espacios físicos, la irrupción de nuevas profesiones y la desaparición y reconversión de otras. A esto se suman demandas cada vez más presentes: equilibrio entre la vida personal y profesional, propósito, impacto social, salud mental y bienestar.

En este escenario, el auge de la inteligencia artificial nos lleva a preguntarnos qué lugar ocupamos los trabajadores en un mundo cada vez más automatizado. ¿Qué valor tiene hoy el aporte humano, cuando muchas tareas ya pueden ser realizadas (y a veces mejor) por una máquina?

Asistentes virtuales, bots conversacionales y los chats de inteligencia artificial llegaron para quedarse. Su ayuda nos organiza y nos asombra. Sin embargo, hay algo que no pueden hacer: empatizar, crear vínculos, liderar con humanidad, sostener con escucha, negociar con sensibilidad, inspirar equipos.

La empatía, la inteligencia emocional, la creatividad, el trabajo colaborativo y la capacidad de adaptarse con criterio a contextos cambiantes, no se descargan en un paquete de software. Se entrenan, se cultivan, se viven en carne y hueso.

En un mundo laboral donde las tareas técnicas pueden ser automatizadas, lo humano es lo verdaderamente irremplazable. Y ahí es donde las organizaciones tienen un desafío enorme: crear espacios donde esas habilidades florezcan, donde las personas puedan expresarse, equivocarse, proponer ideas y sentirse valoradas.

Porque la IA puede organizar una reunión, pero no puede leer entre líneas cuando alguien llega callado. Puede armar un speech perfecto, pero no sabe cuándo es momento de callar y simplemente escuchar. Y definitivamente, no puede generar sentido de pertenencia ni promover un entorno seguro donde cada persona se sienta parte.

El 1° de mayo, los saludos entre compañeros, jefes y colaboradores son moneda corriente. ¿Le diremos feliz día al ChatGPT?

¿Hay quienes lo harán, tal como le agradecen por la ayuda brindada que los salvó para resolver un tema difícil? Más allá del humor para pensar esta cuestión, no hay que perder de vista que lo verdaderamente valioso es lo que no se puede automatizar.

Celebremos lo que todavía nos hace únicos: nuestra capacidad de ser humanos en el mundo del trabajo.

(*) Débora Wolosky es especialista en Capacitación de Recursos Humanos. Directora de la consultora Tikshoret.