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Por qué las altas temperaturas afectan nuestro estado de ánimo

Las condiciones extremas pueden causar disfunción cerebral o encefalopatía, lo que conlleva una serie de cambios en el pensamiento y el comportamiento.

12/02/2025

Cuando el termómetro sube, no solo el cuerpo siente el impacto, sino que nuestra mente también se ve profundamente afectada. No es casualidad que durante una ola de calor nos sintamos más irritables, ansiosos o cansados, o que tareas simples nos cuesten más trabajo. Sin duda, estos cambios no son simples “días malos”, sino una respuesta directa de nuestro cerebro al estrés térmico.

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El calor, más allá de hacernos sudar y recordarnos la necesidad de mantenernos hidratados, tiene un impacto directo en nuestra química cerebral y en cómo percibimos el mundo a nuestro alrededor. Según explicó el doctor Thomas Waters, médico de urgencias de Cleveland Clinic, el calor extremo puede provocar una disfunción cerebral o encefalopatía, lo que resulta en una serie de cambios significativos en el pensamiento y el comportamiento.

“Cuando las temperaturas son muy altas, el cuerpo trabaja intensamente para mantener la temperatura interna equilibrada. Este esfuerzo adicional puede causar cansancio mental, dificultar la concentración y aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, expresó Vanessa Román Garcilazo, psicóloga del Centro Psicológico SANA.

¿Cómo afecta el calor a nuestra mente y emociones?

De acuerdo a Fernando Lizárraga, neurólogo de la Clínica Internacional, el cerebro, como órgano vital, requiere de una gran cantidad de glucosa y oxígeno para funcionar adecuadamente, además de una temperatura corporal estable, generalmente entre 36.5°C y 37°C. Básicamente, este equilibrio es mantenido por un centro regulador ubicado en el hipotálamo, encargado de ajustar la temperatura corporal en respuesta a los diversos cambios en el ambiente.

Por lo tanto, cuando la temperatura aumenta, como en el verano o durante las olas de calor, el hipotálamo activa diversos mecanismos de termorregulación para evitar el sobrecalentamiento, como la vasodilatación, en la cual los vasos sanguíneos se dilatan para disipar el calor a través de la sudoración. Sin embargo, este proceso puede reducir la presión arterial, disminuyendo el flujo del oxígeno y la glucosa hacia el cerebro, lo que genera varios efectos adversos: dolor de cabeza, mareos y vértigos, náuseas y vómitos, debilidad y fatiga y disminución del rendimiento cognitivo.

Durante episodios de calor extremo, el cerebro concentra gran parte de sus recursos en regular la temperatura corporal, lo que puede ocasionar que otras áreas, como las responsables del pensamiento, la cognición y la regulación emocional, disminuyan su actividad”, aseguró la neuróloga de la Clínica Ricardo Palma, Carol Oses.

Asimismo, como señaló Román, cuando la temperatura aumenta, nuestro organismo entra en un estado de estrés térmico que activa el sistema nervioso simpático y eleva la producción de cortisol, lo genera sensaciones de hiperactividad, ansiedad, nerviosismo e incluso dificultad para relajarse. El aumento de esta hormona también afecta el funcionamiento de la corteza prefrontal, área encargada de tomar decisiones y mantener la concentración, por lo que este desbalance puede dificultar la capacidad de enfocarse y llevar a cabo tareas programadas.

"La encefalopatía inducida por el calor afecta el pensamiento lógico, la memoria y la capacidad para tomar decisiones claras", afirmó el doctor Waters.

Por otro lado, el estrés térmico también interfiere con la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, fundamentales para el estado de ánimo, el sueño, el apetito y la motivación. Un desequilibrio en estos neurotransmisores puede provocar emociones más intensas, como tristeza, irritabilidad y ansiedad, así como dificultades para manejar el estrés de manera efectiva.

El calor extremo también dificulta el sueño al elevar la temperatura del cuerpo, interrumpiendo los procesos naturales de relajación, lo que a su vez aumenta los niveles de irritabilidad, ansiedad y estrés.

¿Quiénes son más propensos a sufrir alteraciones emocionales por el calor?

El calor extremo puede afectar de manera diferente a las personas según la edad, el género y el estado de salud, siendo más vulnerables los adultos mayores, los niños pequeños y aquellos con enfermedades preexistentes. Según Lizárraga, los adultos mayores tienen mayor riesgo debido a una capacidad reducida para regular la temperatura corporal y la prevalencia de enfermedades crónicas. Mientras que los niños pequeños son más susceptibles porque sus sistemas de termorregulación aún están en desarrollo.

Además, las personas con condiciones de salud preexistentes, como enfermedades cardiovasculares, respiratorias, neurológicas o metabólicas, tienen mayor probabilidad de sufrir complicaciones graves.

Por su parte, la psicoterapeuta Liliana Tuñoque refirió que las altas temperaturas pueden agravar trastornos mentales como la ansiedad, la depresión y el estrés postraumático, así como enfermedades neurológicas preexistentes, como la esclerosis múltiple y la epilepsia. Esto se debe a que el calor puede aumentar la inflamación cerebral y alterar la actividad neuronal, empeorando así los síntomas de estas enfermedades, agregó el doctor Waters.

“Es importante estar atentos a estos cambios y tomar medidas para proteger nuestra salud mental buscando espacios frescos y manteniéndonos hidratados. En casos graves, como confusión, comportamiento agresivo o debilidad extrema, se requiere atención médica inmediata, ya que podrían ser señales de disfunción cerebral causada por el calor”, añadió el experto de Cleveland Clinic.

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