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Opinión y Actualidad

Crítica de "La acompañante"

El debutante Drew Hancock firma esta comedia negra de ciencia ficción, protagonizada por Sophie Thatcher y Jack Quaid, con una memorable secuencia, que reúne a 'Thelma y Louise' y 'Barbie' con el par de ovarios de 'Terminator'.

03/02/2025

Por Fausto Fernández
Para Fotogramas

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Hace más de medio siglo, concretamente en 1972, el novelista Ira Levin publicaba 'Las mujeres de Stepford', sátira social, sexual y feminista bajo los ropajes del género fantacientífico. Llevada al cine (con una suerte de derivada/secuela televisiva centrada en las relaciones padres e hijos) en dos ocasiones, por Bryan Forbes y, años después, por Frank Oz, la obra de Levin atacaba a la yugular (y a otras zonas masculinas igual de sensibles) del machismo como una forma de poder, de sometimiento. Forbes incidió en los aspectos satíricos (Jonathan Swift no andaba alejado de la resolución final) y en el pesimismo, amén de apuntarse con éxito a ese nuevo cine de ciencia-ficción setentero, parábolas envueltas en material pulp, del cual sería 'Almas de metal', de Michael Crichton, el mejor ejemplo.

Pasadas las décadas, y con los movimientos feministas teóricamente en modo combativo, 'La acompañante', debut en el largometraje de su director, recupera ese tono de género (de géneros: ci-fi, terror, gore, thriller, noir, comedia e incluso musical) que tanto Forbes como Oz (este sumando, cortesía de su bitchie director, un componente homosexual) utilizaron inteligentemente para ridiculizar al presunto macho alfa. Comentaba a quien esto escribe, en una entrevista deliciosa que pueden leer en la revista, Jack Quaid, el impresentable macho alfa de boquilla protagonista de 'La acompañante', que pocas películas habían retratado mejor el machismo disfrazado de dominio tecnológico, y a ese tipo de hombre inseguro, cretino, manipulador y obsesionado con la idea de tener (de programar) a la mujer perfecta, entendiéndose como perfecta a la servicial, sumisa, dependiente y complaciente. Comentaba también Quaid, la verdadera sorpresa de la película, todo un torbellino cómico en la piel de un villano tan malvado como directamente gilipollas, que lo ideal era acercarse al film sin saber demasiado de él, dejándose sorprender por sus continuos giros argumentales.

No le falta razón, y aunque hoy día vivimos en una sobredosis de información respecto al cine, y 'La acompañante' no se ha librado de ella (lo del twist robótico), el largometraje sabe seguir sorprendiéndonos. De una comedia romántica, también gay, a un golpe de efecto sangriento con el Metoo de excusa (bien podría haberse aplicado el cuento la meliflua 'Una joven prometedora'), 'La acompañante' nos va acompañando por un thriller de robo perfecto, las leyes de Isaac Asimov en una sociedad comercial y de miedo a relacionarse con los demás, la mala leche de Ira Levin y una serie negra donde la hemoglobina y la violencia cafre slapstick parecen reescribir la esencial (asimismo con la presencia de hombres que quieren controlar a una mujer, la cual se rebelará) 'Sangre fácil' de los hermanos Coen. Los Coen siguen presentes en el todo lo que puede salir mal (para el machito que lo maquina todo) saldrá mal, y así la comedia negra se adueña de la historia hasta límites insospechados, y divertidísimos como si 'Fargo' fuera el modelo criminal de un imbécil integral con un juguete sentimental-sexual que se escapa de su control.

Sin tener que repetir cada diez segundos un mensaje prístino, y sin caer en obviedades, la odisea de Iris (Sophie Thatcher, hasta la fecha en mejor trabajo interpretativo, y eso que en 'Heretic' aguanta con firmeza el vendaval Hugh Grant) es, por descontado, la de la liberación de una mujer. El autoconocimiento, el descubrimiento de que no existen los romances de película y la necesidad de perder una inocencia castradora para ser ella misma. Una memorable secuencia final, que reúne en un mismo plano a las discutibles 'Thelma y Louise' y 'Barbie' con el par de ovarios de 'Terminator', pone el broche de oro (o de metal, plástico y chips) a la sátira que el siglo XXI reclamaba a gritos. 'La acompañante' no deja títere (represor, con gónadas o no) con cabeza (literalmente) en su carrera de fondo salvaje, hasta tomándose a broma los recuerdos implantados del Alain Resnais de 'Te amo, te amo'. No hay nada que resulte más serio que unas bromas asesinas. Que una comedia vitriólica (o digna de los hermanos Marx: la escena con el policía de carretera) dispuesta a darnos un baño de ácido feminista.

Para deconstructores de la estupidez masculina mediante el cine de género.

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