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Opinión y Actualidad

¿Festejos con todo bajo control?

Los tiempos de rosas no admiten incordios para Milei a la hora de la autocelebración, como la que se avecina para el primer cumpleaños de la gestión libertaria, el martes próximo.

06/12/2024

Por Claudio Jacquelin
Para La Nación

Cerrado ya el año legislativo ordinario y cuando le faltan solo cuatro días para cumplir su primer año de mandato, Javier Milei se prepara para celebrar (o seguir haciéndolo) y darse algunos gustos (más).

Con la perspectiva cierta de no correr riesgos mayores en el Congreso, con el Poder Judicial a punto de entrar en el habitual letargo veraniego (después de dar algunas señales favorables), con los indicadores económico-financieros para arriba y las encuestas volando a favor parece tenerlo todo bajo a control.

Lo político-institucional, la Justicia, la economía y la opinión pública están en orden, para el gobierno. Algo más que el control de la agenda pública. Un verdadero rectángulo de hierro. Por algo, los festejos ya empezaron. Aunque quedan aún demasiado asuntos pendientes para sumergirse en las habituales aguas revueltas de un año electoral.

El temario anunciado por el Poder Ejecutivo para ser tratado por el Congreso en sesiones extraordinarias demuestra, por un lado, la decisión oficial de imponer un conjunto de asuntos de relativa o escasa urgencia y destinados más bien a activar, otra vez, el “principio de revelación” e incomodar a opositores dialoguistas o duros, casi por igual, según se paren frente a esos temas. Por algo, los no mileístas lo consideran “un show de alto sadismo”.

La reforma electoral que incluye terminar con las elecciones primarias obligatorias (PASO) y con el financiamiento de la propaganda electoral en los medios, junto con la eliminación de los “fueros de la política” (como fue anunciado cuando, en realidad, se trata de la inmunidad parlamentaria) resaltan el propósito.

Son todos títulos de fuerte impacto y amplia aceptación popular, que permiten reinstalar el anatema de “casta” aún sobre quienes defienden la vigencia de esas instituciones y se oponen a las reformas no solo por conveniencia sino con fundadas razones, que muy pocos (o nadie) escuchan.

Después de la ratificación de la condena a Cristina Kirchner y la detención en Paraguay del senador peromileísta Edgardo Kueider por portar 200.000 dólares en efectivo sin declarar, la eliminación de los fueros es combustible para la indignación popular. Si viviera, Carlos Menem debería agradecer no haber sido contemporáneo de quienes hoy lo idolatran. Nadie en la historia política argentina fue más beneficiado que él por los fueros parlamentarios.

La eliminación de las PASO (que gozan de una alta impopularidad) no solo incomoda al principal sostén parlamentario del Gobierno, que es el bloque del PRO, ya que volvería a ver menguado su poder de negociación con el oficialismo para el armado electoral. La dieta Milei está siendo demasiado efectiva para Mauricio Macri y los suyos, que no paran de adelgazar (políticamente).

También eso abre una fisura profunda en otros espacios opositores. Al igual que el submarino amarillo, el variopinto espacio que tiene en Diputados por jefe a Miguel Pichetto o el radicalismo se enfrentan a una muy probable división entre quienes controlan gobiernos provinciales y quienes no tienen un territorio propio.

Los primeros coinciden con el Gobierno en sostener el poder de sus lapiceras cargadas con recursos públicos. Los segundos, en tanto, ven asfixiadas sus posibilidades de negociar lugares expectantes en las listas con los oficialistas de cada distrito con los que comparten algún tipo de sociedad nacional.

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Hiperfragmentación deseada

Esa situación podría derivar en el escenario deseado y diseñado por el gurú Santiago Caputo (del cual este proyecto es una herramienta fundamental) consistente en la hiperfragmentación de la oposición y de los opositores. Todo ganancia.

Por eso, tanto en el Pro, como los federales de Pichetto y el radicalismo en sus distintas fracciones se debate por estas horas la conveniencia de dar o no quórum en las sesiones extraordinarias.

Otro tanto ocurre en el peronismo, donde cristinistas y no cristinistas enfrentan conflictos similares, agravado todo por la iniciativa para eliminar los fueros parlamentarios, que asoman como una ficha limpia por otros medios. La situación judicial de la expresidenta no da para aceptar posturas principistas.

De todas maneras, por ahora, como en otros casos, ese temario es solo un anuncio del vocero presidencial sin formalización alguna, ya que no ingresó en el Congreso. Lo mismo que sucedió con el prometido proyecto oficialista de ficha limpia. Como si, además de fuegos artificiales para sostener la atención del público e incomodar al resto del universo político-partidario, fueran pruebas de ensayo para testear reacciones. Y ya van quedando expuestas las incomodidades que eso genera en el no mileísmo.

Por otro lado, si se concretara el envío de ese listado de proyectos quedaría en evidencia la intención de Milei de no exponerse a negociaciones complicadas y reservarse la mayor cuota de discrecionalidad posible en cuestiones altamente sensibles para el Gobierno y que, por el contrario, sí entrañan cierta urgencia.

Allí se inscriben el presupuesto para 2025 o la integración de la Corte Suprema de Justicia, que quedará compuesta por tres de cinco miembros el 28 de diciembre (Día de los inocentes, vaya casualidad), cuando le llegue la jubilación obligada y a su pesar a Juan Carlos Maqueda.

La consecuente y sin precedente prórroga por segundo año consecutivo del presupuesto vigente, votado en 2022, implicaría dejar manos libres al Poder Ejecutivo para que disponga, sin control de los representantes del pueblo y de las provincias, el 18 % de los recursos estimados con los que contaría (podrían ser más), lo que se traduce, según las estimaciones más serias, en unos 20 billones de pesos o, para hacer más fácil la representación, a casi 20 mil millones de dólares de hoy.

Esa suma adquiere mayor significación aún si se tiene en cuenta que ese monto estará a disposición del Presidente en un año electoral. Las obras no realizadas ni pagadas durante este año, podrían hacerse y, sobre todo, mostrarse antes de que los argentinos vayamos a las urnas. Si los presupuestos sancionados han sido habitualmente poco más que un extensísimo dibujo contable, la iniciativa presentada ahora sin tratamiento legislativo vendría a ser una hoja de ruta trazada con lápiz sujeta a variaciones (y tentaciones).

El show de la discrecionalidad


Los antecedentes cuentan y, como reveló Gabriela Origilia anteayer en La Nación, este año el Gobierno favoreció con fondos asignados de manera discrecional a los gobernadores de las provincias cuyos legisladores le facilitaron las cosas en el Congreso. La mayoría no son necesariamente modelos de eficiencia y transparencia en el gasto, pero para ellos sí hubo plata. La obediencia se cobra y después se paga. Pero diferido. Mensajes claros.

Por eso (y porque resulta más vendible socialmente y ante los factores de poder internos y externos), tanto el bloque de los radicales que lidera Rodrigo de Loredo, como el de los disidentes de Facundo Manes, el Pro y los federales coinciden en poner el énfasis en su rechazo a que se llame a extraordinarias si no se incluye el proyecto de presupuesto.

No parece ser un momento auspicioso para encontrar receptividad en el Gobierno a esos planteos, más cuando su respuesta es que lo único que pretenden los gobernadores y los legisladores nacionales de la oposición es afectar el equilibrio fiscal que se estipula en la iniciativa oficial. Aún cuando ese objetivo se alcance a costa de esfuerzos ajenos con probables costos electorales, a los que se pretende compensar con algunas zanahorias como cesiones de inmuebles (no necesariamente muy apetecibles por el mercado) o rutas, cuyo estado es deplorable. Para no hablar de la compulsiva provincialización de hospitales.

Las encuestas que leen en la Casa Rosada al igual que las que consumen en el resto de los espacios políticos muestran a Milei en porcentajes que, a la misma altura de su mandato, superan por 20 puntos a Alberto Fernández y por entre 5 y 8 puntos a Mauricio Macri.

Los indicadores macroeconómicos parecen mandar para que la imagen positiva de Milei supere hoy a la negativa, según la mayoría de los sondeos. En la última encuesta de la Universidad de San Andrés, salvo la gestión de la economía respecto de la cual la opinión está equilibrada, el resto de las áreas de gobierno tiene imagen neta negativa, aunque no sea por mucho.

Entre las cuestionadas aparece con 55% de opiniones negativas la gestión de la seguridad, que, además, está tercera entre las preocupaciones ciudadanas. A pesar del constante arsenal desplegado por esa cartera, a cargo de muy activa Patricia Bullrich, en el terreno de la comunicación, la propaganda y presencia de fuerzas, como se vio ayer en Mar del Plata, durante la visita de Milei para la inauguración de un hipermercado. Los marplatenses se preguntaban cómo habría sido si se hubiera tratado de una cumbre de presidentes o de la inauguración de un planta nuclear.

Nada, sin embargo, que afecte la imagen general sobre el Gobierno, que además, empieza a gozar de la coincidencia mayoritaria de la ciudadanía en algunas materias siempre sujetas a controversia, como la política exterior y las alianzas internacionales.

Un estudio de Pulsar, el laboratorio de opinión pública de la UBA (insospechable de mileísta) muestra que la sociedad mayoritariamente coincide con el alineamiento con Occidente. Y, mejor aún para Milei, el primer país con el que, según, los encuestados la Argentina debe relacionarse es Estados Unidos, que se lleva el 33% de las preferencias. En tanto, China, solo es elegido por el 9%, aunque tuvo un crecimiento notable ya que en 2023 solo se llevaba el 5% de las preferencias. Tal vez bajo el influjo de su ascenso de país demonizado por comunista a nación “que solo quiere que la dejen tranquilo”, según la metamorfosis mileísta.

Los tiempos de rosas no admiten incordios a la hora de la autocelebración, como la que se avecina para el primer cumpleaños de la gestión Milei, el martes próximo.

Ruidos subterráneos

De todas maneras, asoman algunos movimientos más o menos subterráneos, como para no desatender. Como suele ocurrir cada fin de año, ciertos sectores y dirigentes político-sindicales-sociales peronistas y de la izquierda trotkista han empezado a ejercitar el adormilado músculo de la protesta, que por ahora se entrena en la periferia. El ejemplo lo dio el piquete realizado hace unos días en La Matanza, donde todo empezó hace ya muchos años.

En el otro extremo de la pirámide, en ámbitos empresariales, se escuchan algunas incomodidades, como la referida al efecto del retraso cambiario y la consecuente ola importadora en ciernes sobre la industria nacional.

También, se advierte, por ahora en fuera de micrófonos, sobre algunas presuntas opacidades en la relación con inversores, contratistas y empresarios varios. En ese terreno sobresale los rumores respecto de los pliegos de licitación de la Hidrovía, que estarían en camino de judicializarse, porque según especialistas en la materia y empresas interesadas, estaría confeccionado con nombre y apellido (belga) del destinatario.

No obstante, Milei parece tener todo bajo control. Aunque algunas voces advierten sobre la necesidad de no abusar de la posición dominante del mercado de la opinión pública.

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