Zoe Saldaña, Selena Gomez y Karla Sofia Gascón ganaron el Premio a Mejor Actriz en el Festival de Cannes por su trabajo en la nueva película del director de "Un profeta" y "Dheepan".
Por Manu Yáñez
Para Fotogramas
Desde su imagen inaugural, en la que la cámara se abalanza sobre un trío de mariachis que visten trajes iluminados por luces led, ‘Emilia Perez’ se presenta como una obra tan pintoresca como iconoclasta. A años luz del retrato verista, el francés Jacques Audiard –uno de los grandes estilistas del cine actual, ganador de la Palma de Oro de Cannes por ‘Dheepan’– aterriza en tierras mexicanas dispuesto a exorcizar los fantasmas del país con un crucifijo de géneros cinematográficos. Con un pie en el thriller, el otro en el melodrama y el corazón en el musical, Audiard perfila la increíble odisea de Rita (Zoe Saldaña), una talentosa abogada de un gran bufete que es convocada por el mandamás de un cartel de la droga (Karla Sofia Gascón) para que lo ayude a cambiar de sexo. La historia resulta de lo más improbable, más aún cuando, en la segunda mitad del film, la antigua narco experimenta un despertar de la conciencia que la empuja a convertirse en una buena samaritana. Sin embargo, más allá de su absurdo desarrollo narrativo, ‘Emilia Perez’ acaba conmoviendo gracias a la convicción con la que el director de ‘Un profeta’, prendado de romanticismo, alienta y celebra los anhelos de sus personajes.
Este crítico debe reconocer que, durante buena parte del metraje de ‘Emilia Perez’, tuvo ciertas dudas sobre del éxito o fracaso de la propuesta. Los números musicales que adornan y propulsan el film perfilan la naturaleza desigual del conjunto. La película se eleva cuando se entrega al espíritu del pop y a una estética próxima al universo de TikTok –Selena Gomez hace justicia a su condición de icono del audiovisual contemporáneo protagonizando algunas de las mejores coreografías–. Sin embargo, cuando Audiard quiere ser más delicado, sintonizando con el Jacques Demy de ‘Los paraguas de Cherburgo’, la ficción pierde algo de fuelle. En este sentido, la película toca fondo de la mano de un bienintencionado, pero más bien miserabilista, número musical dedicado a los familiares de las víctimas del narcotráfico.
Hay algo intrigante en la cantidad de elementos del zeitgeistque confluyen en ‘Emilia Perez’, desde la cuestión trans al drama de la violencia con las mujeres, pasando por la desintegración del pacto social mexicano a manos del narcotráfico. Se podría llegar a percibir en la película una oportunista operación de cálculo, pero eso implicaría cerrar los ojos ante la arriesgada jugada de Audiard, que se atreve a entrecruzar melodrama y musical, dos de los géneros más artificiosos del universo fílmico. En este sentido, ‘Emilia Perez’ parece que vaya a desmoronarse en cualquier momento: la verosimilitud brilla por su ausencia, las pinceladas kitsch generan estupefacción y algunos personajes secundarios (como el que encarna Edgar Ramírez) están desdibujados. Y pese a todo, la película arrastra al espectador en su espiral de afectos desbordados, sororidad infranqueable y redenciones sublimes. Que esta combinación de componentes figure en el ADN de Pedro Almodóvar puede ayudarnos a comprender por qué ‘Emilia Perez’ deja una impensable sensación de triunfo fílmico.
Para seguir creyendo en la fuerza transfiguradora del género musical.
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