Severin Fiala y Veronika Franz dirigen este retrato de la opresión femenina, Mejor Película en el festival de Sitges, también premio de la crítica y del jurado joven, y elegida por Austria para optar al Oscar.
Por Desirée de Fez
Para Fotogramas
Hay algo interesante en el cine de Severin Fiala y Veronika Franz que, curiosamente, también se les puede girar en contra: su absoluta confianza en la atmósfera. Incluso cuando parten de historias o premisas impactantes (el arranque de 'Goodnight Mommy' o las terribles historias reales en las que se inspira 'El baño del diablo'), incluso cuando el potencial de los protagonistas de sus historias es abrumador, anteponen esa atmósfera a lo demás, a los personajes, a la narrativa. Solo desvían el foco cuando, como mecanismo añadido para desestabilizar al espectador, dejan que la viñeta despiadada rapte la imagen.
En sus films, los ambientes cargan y comunican los procesos internos de los personajes (complejos, trágicos) y lo terrible de las cosas que les pasan. En 'El baño del diablo', película que explora la depresión de una mujer en la Austria del siglo XVIII, llevan esa propuesta al límite. La imagen, pictórica y paradójicamente bella, se empapa del desamparo y la tristeza de la protagonista y oprime al espectador. La contraindicación es que, de tan intensa, esa opresión constante puede extenuar y acabar expulsándonos.
Para fans del cine que explora el horror a través de las atmósferas.
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