Nueva película del dúo formado por Aitor Arregi y Jon Garaño ('La trinchera infinita'), que retrata al hombre que hizo creer que había estado encarcelado en un campo de concentración y que presidió la Asociación Española de Víctimas del Holocausto.
Por Manu Yáñez
Para Fotogramas
'Marco', la nueva película del dúo formado por Aitor Arregi, Jon Garaño y José Mari Goenaga ('La trinchera infinita', 'Handia'), se abre con una imagen que funciona como una elocuente declaración de intenciones. Sobre un paisaje bucólico, en el que se divisa una construcción de tintes siniestros (un antiguo campo de concentración nazi), aparece una claqueta cinematográfica que marca el inicio de la película: “¡acción!”. Estamos ante una película que juega con habilidad con elementos de varios géneros fílmicos, pero Arregi, Garaño y Goenaga, en ese primer plano del film, optan por romper el fluir de la ficción para alertar al espectador de que está ante una representación. Y es que la lección principal que se puede sacar de la historia real de Enric Marco –el hombre que presidió la Asociación Española de Víctimas del Holocausto sin haber estado encarcelado en un campo de concentración– es que la realidad tiene múltiples pliegues y, por tanto, vale la pena agitarla y cuestionarla si se quiere llegar a una cierta “verdad”.
Construida como un rompecabezas en el que no falta una sola pieza, 'Marco' va saltando entre diferentes tiempos para perfilar, con gran claridad, la forja del engaño procurado por Enric Marco, desde su tímida implicación en la lucha antifranquista durante los últimos años de la dictadura hasta su ascenso en la estructura de la Asociación de Víctimas del Holocausto. Una historia de opacidad y embuste protagonizada por un personaje fascinante, maestro de la picaresca, pero al mismo tiempo un infatigable luchador en favor de una causa noble. Los directores reconocen el valor de esta paradoja y no solo ponen el foco en los síntomas de narcisismo y frivolidad que afloran en la personalidad de Marco, sino que también invierten una parte importante del film en señalar la determinación con la que el farsante asumió sus responsabilidades cívicas. Y todavía más: la película muestra cómo la habilidad de Marco para moverse por la zona gris de las cosas benefició políticamente los intereses de la asociación a la que representó durante años.
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En consonancia con la ambivalencia de su protagonista, 'Marco' bascula entre tres registros expresivos. Por un lado, tenemos el drama personal y familiar, que lleva al personaje de Marco a una situación límite, cuando su mentira empieza a resquebrajarse y su pasado pone en peligro su armónica situación familiar en el presente. Luego, Arregi, Garaño y Goenaga aplican con eficiencia las formas del thriller de misterio y suspense, jugando a menudo la carta de otorgar más información al espectador que a los personajes. Y, por último, está la meditación sobre las fronteras de lo que solemos llamar “verdad”. Este tercer registro se imbrica sobre los dos anteriores –el drama personal y el thriller–, pero también adquiere fuerza propia cuando los directores se las ingenian para contraponer imágenes de ficción y escenas reales, tomadas de archivos televisivos y cinematográficos –cabe destacar la inclusión en el film de un breve pasaje del fantástico documental de 2009 'Ich bin Enric Marco', dirigido por Lucas Vermal y Santiago Fillol–.
En su tránsito por la frontera entre las verdades mentirosas y las mentiras verdaderas, 'Marco' aplica sus estrategias narrativas con eficacia y su propuesta formal con gran corrección, aunque lejos de un espíritu de transgresión que podría haber situado al film y al espectador en un lugar de mayor incertidumbre. En todo caso, si el visionado de 'Marco' acaba resultando una experiencia satisfactoria, lo es en gran medida gracias a la notable labor actoral de Eduard Fernández, que se mueve como pez en el agua entre las dobleces de Marco, mostrando sin ambages su inclinación a la picardía, alumbrando la fuerza incontenible de un hombre tocado por la ambición, y haciendo verosímil el terror que se debe sentir ante la posibilidad de perderlo todo.
Para ahondar en los misterios de la psique humana.