Inflación, rebote económico y ajuste. El Presidente defenderá el proyecto ante los legisladores. Buscará una regla fiscal que garantice el equilibrio en las cuentas públicas.
¿Habrá temporada 2 de la motosierra de Javier Milei? El Gobierno prepara la presentación del proyecto de Presupuesto del año próximo tras haber transcurrido su primer año de mandato sin ley de ingresos y gastos. La discusión promete ser áspera en el Congreso, un reducto con el que el Poder Ejecutivo tuvo idas y venidas durante el 2024 y que tras la aprobación de la Ley de Bases, ahora deberá discutir el proyecto de política económica hacia adelante más relevante para la Casa Rosada.
El jefe de Estado hará una presentación personal del proyecto presupuestario, una rareza para la tradición política argentina, con un mensaje al parlamento desde la Cámara de Diputados este domingo por la noche.
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El Presidente fue anticipando en las últimas semanas algunos de los lineamientos conceptuales que estarán contenidos en la iniciativa, que llegará así al Congreso en el último día de límite previsto por la ley, pero la pregunta que sobrevuela es si habrá continuidad, y en todo caso de qué profundidad, del fuerte ajuste del gasto público que llevó adelante La Libertad Avanza en su primer año de administración para conseguir equilibrar las cuentas públicas rápido y eliminar el déficit fiscal. Milei había anticipado que buscará “rediseñar” la manera en que se expresa la hoja de ruta fiscal de un gobierno en ese texto de ley.
Cinco claves
Posiblemente el tema que capturará la atención será la defensa del déficit fiscal cero innegociable que sostendrá Milei ante los legisladores: el Gobierno quiere establecer una nueva “Regla fiscal” que garantice el equilibrio de las cuentas públicas y que algunos gastos estén atados a inflación o ingresos. La Argentina registra antecedentes de reglas fiscales luego incumplidas, desde fin de los 90 hasta el último año.
El proyecto de Presupuesto 2025 sobrevendrá con esa novedad, aunque sus alcances y la dureza de esa regla es aún incierta, se sabe que buscará que el superávit primario sea el necesario para que el sector público termine el año con equilibrio fiscal financiero y que de esa forma la deuda no pueda crecer, solo se hará roll over (renovación) de los vencimientos.
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Según el último informe técnico elaborado por el Fondo Monetario, para 2025 la estimación fiscal del sector público era de 2,3% del PBI de superávit primario que diera paso a un superávit total -es decir al incluir en la cuenta el pago de intereses de deuda- de 0,5% del PBI.
En segundo lugar, en diciembre terminará la vigencia del Impuesto PAIS, lo que implicará un agujero fiscal que el Gobierno deberá compensar con mayores ingresos o menores gastos. A priori, la estimación oficial es que por ese efecto la presión tributaria bajaría en 2025 desde 21,61% a 21,16% del PBI.
“Dado que el Gobierno ha decidido no intentar la renovación del impuesto cuando finalice a fin de año, resulta interesante cuantificar el impacto. En efecto, la recaudación potencial que quedaría, luego de la rebaja, para 2025 sería del orden de 0,76% del PBI. Esto implica que el gobierno debe incorporar en el Proyecto de Presupuesto 2025 una alternativa de financiamiento, es decir un menor gasto o un mayor ingreso”, observaron los técnicos del FMI.
“El Gobierno debe incorporar en el proyecto de Presupuesto 2025 una alternativa de financiamiento, es decir un menor gasto o un mayor ingreso. Si se cumple con la no renovación de impuesto PAIS cuando venza a fin de año, este impuesto habrá aportado, durante su vigencia, recursos por 2,95% del PBI. En dólares oficiales, el Impuesto PAIS finalizará su vida habiendo aportado USD 17.000 millones”, estimó Iaraf.
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La rebaja de impuestos tendrá que hacer equilibrio con la necesidad que tendrá el Gobierno para mantener el superávit fiscal, que según la hoja de ruta oficial el año que viene será tan relevante como en 2024. Por esa razón una pérdida de recaudación podría ser un elemento crítico de esa ecuación. En los despachos oficiales aseveran que los ingresos fiscales mejorarán porque el escenario de base del año que viene es el de expansión económica, y cobro pleno de la recuperación del Impuesto a la Transferencia de Combustibles, entre otros.
“En un 2025 sin recesión (aunque sin crecimiento espectacular), con escalas más razonables para ganancias cuarta categoría y recomposición del Impuesto a la Transferencia de Combustible, el Tesoro no debería extrañar tanto al distorsivo Impuesto PAIS”, analizó un informe de la consultora Econviews.
Aún no está explicitada cuál será la secuencia que sigue para el camino de baja de impuestos, aunque Milei ya había mencionado en mayo, que después del PAIS le seguirían las retenciones y el Impuesto al cheque, aunque en magnitudes y tiempos todavía no determinados.
Grandes incógnitas
La variación del PBI, la inflación y lo que viene sobre el dólar son las tres incógnitas que restan. Para el primer caso las estimaciones preliminares del Gobierno indican que en 2025 la economía rebotaría tras un que hará caer 3,5% el PBI.
En detalle, la actividad económica terminaría el 2024 con fuertes caídas en la industria y el comercio -menos 9,8% y baja de 9,1%, respectivamente-. “En suma, los rubros de bienes disminuyen en promedio 1% y los servicio 3,6%. Por el lado de la demanda, se prevén caídas de 6,6% en el Consumo Privado, 7,8% en el Consumo público y 17,2% en la Inversión; por su parte, las cantidades exportadas suben 20,9% y las importadas se reducen 17,7%”, planteó el Palacio de Hacienda ante el parlamento.
Para el año próximo el Gobierno aún no arriesgó una cifra de rebote de la economía, aunque alguna pista la puede dar la última proyección al respecto que hizo el Fondo Monetario tras el intercambio técnico que tuvo con los funcionarios del equipo económico a mitad de año. En julio la última actualización de sus estimaciones mostró que espera un 5% de crecimiento del PBI para 2025 tras una caída este año similar a la que proyecta la Casa Rosada.
Respecto a la inflación, la suba de precios esperada para el año próximo es menor a la de 2024. Este año terminará según las estimaciones oficiales con una inflación por debajo del 130% anual –la acumulada hasta agosto fue de 94,8%–, tal la cifra presentada ante el Congreso en el anticipo del Presupuesto 2025.
Alguna pista sobre qué espera el Gobierno la dieron los técnicos del equipo económico en conversaciones con el Fondo Monetario Internacional. El organismo incluyó en su base de datos actualidad una estimación de inflación anual de punta a punta para el 2025 de 45%, lo que implicaría un recorte considerable en comparación con el ritmo de precios del año que se acerca a su final.
El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que elabora el Banco Central para recoger las proyecciones del mercado muestra una inflación para 2025 incluso más baja, en el orden del 35 por ciento.
Posiblemente la incógnita sobre la que hay menos pistas tiene que ver con qué sendero de depreciación del peso habilitará en la discusión del presupuesto el Poder Ejecutivo. Eso tiene que ver con que el Gobierno podría revelar si sostendrá el ritmo de devaluación de 2% mensual en 2025 o hará modificaciones en el esquema cambiario.
A priori, el equipo económico esperaba poder hacer más lento el ritmo de crawling peg antes de que termine este año, aunque la persistencia de la inflación en los últimos cuatro meses en torno de 4% y una inflación núcleo que buceó por debajo de ese umbral y volvió a la superficie en agosto dan cuenta de un sendero de desinflación más lento para esta última parte del año.
Entre las medidas que también estarán en la mira para el año que viene y que desde el domingo podría conocerse su futuro será la del dólar blend exportador que destina el 20% de las liquidaciones al mercado de contado con liquidación, un 30% más alto que el mayorista que marca el Banco Central actualmente.