Nada suplanta una estrategia de largo plazo basada en las cuatro D’s: Divisas, Defensa, Diplomacia y Derecho.
Por Juan Gabriel Tokatlian
Para Clarín
El pozo y el péndulo es un famoso cuento de Edgar Allan Poe de 1842 que trascurre en un calabozo de Toledo en tiempos de la Inquisición. El protagonista brinda una narración aterradora, plagada de profundas impresiones y alucinaciones en las que se revelan y entrecruzan su incertidumbre, la confusión, el desánimo, el desvarío y el aturdimiento hasta que en el momento último una mano extendida lo salva.
Recurro a ese relato magistral para abordar el tema Malvinas en este momento. Parto de la idea de que, respecto a las islas, entre otros tantos temas, predomina un hiperoccidentalismo, esto es; un tipo peculiar de política exterior y de defensa en el marco de la lógica de la aquiescencia.
En un trabajo con Roberto Russell señalamos que las opciones estratégicas propias de esa lógica son el acoplamiento, el acomodamiento y el involucramiento. El acoplamiento remite al plegamiento a los intereses estratégicos de una superpotencia.
El acoplamiento se manifiesta en la concesión a las preferencias o exigencias de esa gran potencia. Y el involucramiento se expresa en el acompañamiento a la misma, en calidad de “escolta” (proxy), en posturas y medidas hacia terceros países. En breve, el hiperoccidentalismo entrelaza las tres opciones mencionadas de modo radical, diligente y asertivo.
El hiperoccidentalismo se despliega en un escenario internacional singular, caracterizado por un acelerado tránsito hacia un mundo pos-occidental en el contexto de un orden no hegemónico donde Washington y Beijing tienen, a lo sumo, una hegemonía parcial y tenue.
A su turno, se exterioriza mediante la identificación explicita de las contra-partes de preferencia y aquellas hacia las cuales hay una clara aversión. En el actual gobierno, por ejemplo, Estados Unidos e Israel están entre las primeras y China, Rusia, Irán, Palestina y Venezuela entre las segundas. Es evidente que el hiperoccidentalismo libertario tiene una base de apoyo interno que asume que es indispensable una restructuración plena de la política exterior y un reordenamiento interno total de la política, la economía y la sociedad.
En el caso de Malvinas, Javier Milei retoma una pauta histórica de la Argentina desde 1982: la diplomacia del péndulo. Esta oscilante e infértil actitud diplomática ha afectado la continuidad estratégica, a pesar del consenso nacional sobre el asunto Malvinas.
Pasamos de intentar elevar los costos del Reino Unido para mantener las islas y de procurar un respaldo amplio y multilateral a la negociación de la cuestión de la soberanía con Londres, a bajarle los costos al Reino Unido y buscar una relación estrecha con Londres a la espera de dividendos futuros.
En la actualidad, y a diferencia de otros gobiernos, se agrega un nuevo elemento: confiar en que gracias a Estados Unidos y la OTAN el Reino Unido muestre una mayor disposición al compromiso y así la Argentina llegue a recuperar las islas. En efecto, el Gobierno optó por la adquisición de aviones de combate F-16, al tiempo que Washington le venderá aeronaves Basler BT-67.
Además, en su cita con la comandante Laura Richardson del SouthCom durante su visita en abril a Ushuaia, Milei afirmó: “Mi aliado es Estados Unidos…Lo del otro día fue el acto de soberanía más grande de los últimos 40 años. Porque al ser una base militar en Ushuaia, nos avala el reclamo sobre la Antártida. Y te hago una pregunta. ¿Ushuaia es la capital de qué? Tierra del Fuego. ¿Y qué más? Islas Malvinas, Georgias, Sándwich y todo el espectro marítimo. Es el primer paso para empezar a pensar la recuperación de Malvinas...”.
Por otro lado, la Argentina ha solicitado ser Socio Global de la OTAN; proceso que requiere el apoyo de los 32 miembros de la organización. Asimismo, el país se ha sumado al Grupo de Contacto sobre Asuntos de Defensa en Ucrania organizado por Washington. Sintéticamente, aquellos que se solidarizaron y hasta colaboraron con Londres durante el conflicto de 1982 serían hoy, de acuerdo con los que impulsan el estrechamiento de vínculos subalternos con Washington y la OTAN, los mejores aliados para asegurar una futura soberanía argentina en las islas.
Vayamos al tema del pozo en el contexto geopolítico de una intensificación del valor de los océanos, de los recursos energéticos y de las bases militares. La exploración petrolera, a 218 km al norte de Malvinas, en el yacimiento Sea Lion, ha resultado exitosa. Las compañías Rockhopper, con sede en el Reino Unido, y Navitas Petroleum, con sede en Israel, se han asociado para perforar 23 pozos a finales de 2024.
Con una inversión de US$1.200 millones planean la extracción de varios millones de barriles de petróleo durante 30 años. Si los isleños consultados lo aprueban, la producción petrolera comenzaría en 2027. Para entonces el debilitamiento de la posición argentina, el robustecimiento de la capacidad de incidencia de los isleños en la diplomacia de Londres y el reforzamiento de la relación especial entre Estados Unidos y el Reino Unido serán hechos cumplidos.
Como en el cuento de Poe, quizás nos abata la incertidumbre, la confusión, el desánimo, el desvarío y el aturdimiento. Pero, a diferencia del final del cuento sobre el pozo y el péndulo, quizás no haya una mano salvadora. En el fondo, y para una recuperación efectiva de las Malvinas, nada suplanta una estrategia de largo plazo basada en las cuatro D’s: Divisas, Defensa, Diplomacia y Derecho.