Klaudia Reynicke firma este excelente relato sobre la identidad y el desarraigo que sigue a una familia limeña a principios de los 90 y se desarrolla en un contexto social y político convulso.
Por Mariona Borrull
Para Fotogramas
En los primeros 30 minutos de las 'Reinas' de Klaudia Reynicke hay más ambivalencia y complejidad que en toda nuestra tradición bonico-realista, linaje de 'Estiu 1993'. Un padre, o solo Carlos (Gonzalo Molina), enreda cual bufón incómodo en una celebración familiar en la que nadie lo esperaba, ni su ácida suegra (Susi Sánchez), ni su mujer angustiada ni sus dos hijas. Peter Pan aparece justo al final del drama que llevó a su familia a huir, sin él, de una Lima que entrevemos caótica, terrorífica. Y aun así, el patetismo paterno traga todo lo que alcanza en este retrato cubista sobre la ausencia.
Después de la tragedia, la farsa. Como Carlos no existe más allá del borde de la página, en lo que cuenta, también 'Reinas' llega a respirar con inquietud de thriller. Así lo ajusticia la imagen sensible de Reynicke, a la vez atenta a los gestos más sutiles (el rico decaimiento de las niñas) como aplastada bajo algún obvio coletazo musical… Innecesario: explican más todos los golpecitos cómplices, los chistes gastados y las lloraditas lastimosas en cumpleaños ajenos.
Para superar el drama indie como manual de instrucciones.