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Opinión y Actualidad

Crítica de "Babygirl"

El thriller erótico dirigido por la neerlandesa Halina Reijn compite por el León de Oro en la Mostra de Venecia.

05/09/2024

Por Manu Yáñez
Para Fotogramas

La dos primeras escenas de ‘Babygirl’ ilustran a la perfección el discurso que se propone construir la neerlandesa Halina Reijn, la directora del film, sobre la represión de la sexualidad femenina. En la primera escena, Romy (Nicole Kidman) aparece, en primer plano, practicando el sexo con su marido, Jacob (Antonio Banderas). En la segunda, vemos como Romy, esa misma noche, escapa de hurtadillas a otra habitación de su propia casa donde se masturba viendo una película porno en la que una mujer es sometida por un hombre. En la primera escena, el orgasmo de la mujer, que ahora sabemos que era fingido, se presentaba como un simulacro ruidoso; mientras que, en la segunda, Romy se tapa la boca para no emitir gemidos durante su onanista clímax sexual. De este modo, ‘Babygirl’, como antes hicieron obras como ‘Creatura’ de Elena Martin o ‘Pobres criaturas’ de Yorgos Lanthimos, explora el universo de la sexualidad femenina con la intención de sacudir el imaginario de un mundo, el actual, todavía aposentado sobre prejuicios y dogmas que coartan la libertad de las mujeres.

Para elaborar su particular oda a la emancipación femenina, Reijn decide poner el foco en la paradójica figura de Romy, quien ostenta una posición de poder y autoridad como alta ejecutiva de una empresa de comercio electrónico, pero que experimenta una fuerte insatisfacción sexual por la imposibilidad de hacer realidad la fantasía de ser dominada. Ambas cuestiones –la autoridad profesional y la frustración sexual– encuentran su contrapeso en la figura del joven Samuel (Harris Dickinson), un becario que llamará la atención de la protagonista por su atractivo y su talante atrevido. Con estos ingredientes, la cineasta –que posee una larga trayectoria como actriz– va perfilando un thriller que confronta el carácter indomable de las pulsiones humanas y las rígidas fronteras perfiladas por la ortodoxia social; esencialmente, los valores familiares y las jerarquías laborales.

Si ‘Babygirl’ alcanzar unas ciertas cotas de transgresión es gracias, sobre todo, a la valentía de Nicole Kidman, quien –en un gesto que puede remitir a los tiempos de ‘Eyes Wide Shut’ de Kubrick– pone su cuerpo al servicio del proceso de liberación de su personaje, aunque cabe decir que el plano más chocante de la película es aquel en el que Romy aparece inyectándose Botox en el rostro. Que este plano altamente confesional impacte más que las escenas sexuales de la película ilustra el carácter comedido de estas últimas, que a veces parecen más propias de una comedia romántica que de un thriller erótico.


La directora, Reijn, participó como actriz en ‘El libro negro’ de Paul Verhoeven y, en ese sentido, ‘Babygirl’ parece proponer una relectura en clave feminista de los thrillers sexuales con los que el neerlandés agitó Hollywood en la década de 1990: ‘Instinto básico’ y ‘Showgirls’. Sin embargo, la propuesta de Reijn carece del vértigo y excitación que generaban las películas de Verhoeven. En un pasaje de ‘Babygirl’, los personajes de Kidman y Dickinson se detienen a discutir acerca de la noción del consentimiento, un giro algo forzado que parece responder al temor de la cineasta a situarse más allá de la corrección política. La noción del consentimiento se ha convertido, por suerte, en un tema central del cine contemporáneo, pero abordar esta cuestión a través de un diálogo pedagógico en el corazón de un thriller sexual no parece el modo más original e interesante de hacerle justicia.

En todo caso, pese a su relativo apego a la corrección, Reijn acomete en ‘Babygirl’ uno de los gestos fímicos más subversivos, que consiste en no juzgar a sus personajes. Allí donde, en otros tiempos, habría aflorado la idea del castigo moralizante, ahora impera el respeto hacia las decisiones y posibilidades de un personaje que se mueve por los límites de lo que la sociedad actual está dispuesta a tolerar.

Para comprobar que el thriller erótico puede adoptar una perspectiva feminista.