Desde los brazos bien en alto hasta la manito culposa de Lousteau, lo cierto es que el aumento de las dietas fue acordado y transversal.
Por Silvia Fesquet
Para Clarín
Lo decidió el ministro de Justicia y con su firma se publicó en el Boletín Oficial el martes pasado. Se ordenaban aumentos de entre el 100% al 320% en 43 aranceles para distintos trámites de transferencias por la compra de vehículos en los Registros de Automotores. Nada para asombrarse demasiado en el marco de las habituales subas de casi todo de no ser por un dato clave. Apenas asumió, Javier Milei prometió terminar con estos Registros, a los que calificó de “curro”, señalando que eran parte de “la casta”, y que muchas veces se usaban para pagar favores políticos.
Fue tal el revuelo que generó la movida firmada por Mariano Cúneo Libarona que al día siguiente el Gobierno tuvo que dar marcha atrás con su propia decisión. Pareció sobrevolar por un momento el espíritu de Marx. Groucho, se entiende, reivindicando esos principios que pueden mutar en función del gusto del interlocutor. O de su espanto.
En medio del ajuste que el propio Presidente, con cierta tendencia a la desmesura, se enorgullece en considerar “el más grande de la Humanidad”, trascendió que el área que maneja Karina Milei, la Secretaría General de la Presidencia, aumentó su estructura e incrementó su presupuesto en poco más de $ 40 millones, a pesar de los achiques y el recorte que se impulsa en general.
El vocero presidencial Manuel Adorni fue ascendido. Pasó a tener rango de secretario de Estado, con el correspondiente aumento de sueldo. En otra de esas idas y vueltas que abundan en los últimos tiempos, Eduardo Serenellini, el Secretario de Prensa nombrado con rango de ministro otorgado por decreto en febrero y que le quitaron a principios de abril, volvió a recuperar el status ministerial diez días después. Como en aquella película de 1989, hoy te inflo, mañana te desinflo. Y viceversa
Por los mismos días se anunció que el Presidente abandonaba el uso de vuelos comerciales, que había decidido como mensaje de austeridad, amparándose en cuestiones de seguridad, de acuerdo con un protocolo elaborado por el ministerio que dirige Patricia Bullrich. Los 13 riesgos enumerados son tan válidos y atendibles hoy como el 10 de diciembre. ¿Por qué se le permitió entonces subirse a un avión de línea? ¿Quiere decir que se puso en riesgo la vida del Presidente sin que nadie alertara al respecto?
Para coronar una semana para el recuerdo o para el olvido, según se mire, ahí está la foto de los senadores votando en tiempo récord y a mano alzada un jugoso aumento, para sí mismos. Desde los brazos bien en alto, hasta la manito vergonzante de Martín Lousteau pasando por los libertarios que no levantaron la mano pero tampoco hicieron explícito su voto en contra, como era de rigor hacer, lo cierto es que la aprobación del alza de sus dietas, hasta llegar a los $ 4,5 millones en el bolsillo, fue acordada y transversal.
No se trató, una vez más, de la justicia del aumento sino de la oportunidad de hacerlo frente a una sociedad asfixiada por el ajuste y sin ninguna posibilidad de incidir sobre sus propios ingresos. “La mujer del César no sólo debe serlo (honrada, casta, en otro sentido, claro) sino también parecerlo”.
“Así vota la casta”, bramó Milei cuando la decisión trascendió, Decisión que incluía, en rigor, a sus propios legisladores. Estallada la polémica, tirios y troyanos salieron a tratar de despegarse y de proponer alternativas para, una vez más, dar marcha atrás con una medida una vez que se convierte en escándalo. Daría la impresión de que el GPS de la gestión, en sus disitntos estamentos, está regido por las encuestas y los hashtags en las redes. En otras palabras, si pasa, pasa. Ensayo y error frente a una sociedad agobiada.