Santiago del Estero, Viernes 03
Mayo de 2024
X
Opinión y Actualidad

Los obispos, en la delgada línea entre denunciar la situación social y no irritar a Javier Milei

Los prelados enumeraron aspectos de la realidad nacional particularmente dolorosos para muchos, pero dicen que evitan “transformarse en profetas de calamidades que sólo desparraman pánico y angustia”.

21/04/2024

Por Sergio Rubin para TN

Cómo decir que la situación socioeconómica es muy complicada y solidarizarse con quienes más la padecen, sin irritar al presidente Javier Milei y a quienes conservan la esperanza de que su gestión sacará al país de la crisis. Así podría sintetizarse el espíritu de la declaración que difundieron el centenar de obispos de la Argentina al término de su primer plenario, llevado a cabo a cuatro meses de la asunción del Gobierno.

En la carilla y media que abarca el pronunciamiento, salta a la vista que los prelados no se privan de enumerar aspectos de la realidad nacional particularmente dolorosos para muchos, pero evitan “transformarse”, dicen, “en profetas de calamidades que solo desparraman pánico y angustia”. Y por las dudas aclaran: “Desde hace décadas vivimos tiempos difíciles en nuestra querida Argentina”, no desde este Gobierno.

Más aún: reconocen explícitamente la mezcla de padecimiento indigno y esperanza que se conviven en la población. De hecho, la declaración comienza afirmando: “Son tiempos complejos, por momentos contradictorios, en los que conviven una esperanza y paciencia honda de nuestro pueblo, que habla de su grandeza de corazón, con una incertidumbre y una creciente vulnerabilidad de las personas”.

Pero advierten son las situaciones socialmente más complejas como los “millones de niños y niñas se debaten entre la miseria y la marginación” y los “muchos abuelos y abuelas se les presenta el drama elegir entre comer y comprar los remedios porque la jubilación no alcanza”, así como “hermanos que pierden su trabajo, que sienten que su vida está de sobra y que no pueden poner el hombro”.

También critican aspectos de la política social. Denuncian que “cierran comedores comunitarios por falta de asistencia y que muchos vecinos se quedan sin la posibilidad de esa comida en el día” y “la discontinuidad de políticas públicas de integración de barrios populares, logradas con el consenso de gobiernos de distintos signos políticos y representantes legislativos”.

Los obispos ya habían denunciado a comienzos de enero que un reempadronamiento de los comedores comunitarios y un cambio en el suministro de las provisiones que reciben había derivado en la suspensión del envío de alimentos y, si bien luego se reanudó la ayuda y hubo aportes a Cáritas y las iglesias evangélicas, los obispos observan aún restricciones serias.

Al denunciar el programa de integración de barrios populares, los obispos se refieren a la anunciada eliminación del Fondo de Integración Socio Urbana (FISU) dispuesto por el gobierno, entre los 29 fondos fiduciarios existentes a los que apuntó en la malograda Ley Bases, por considerar que constituyen “negocios de la política” y son “poco transparentes”.

Más allá de que el actual subsecretario de Integración Socio Urbana de la Nación, Sebastián Pareja, dijo que había sido buena la gestión del FISU, que tenía al frente a Fernanda Miño, de máxima confianza de Juan Grabois, los obispos consideran que aquellos programas valiosos, si sufren anomalías, deben ser corregidos, pero no eliminados.

Tras advertir como lo vienen haciendo hace tiempo que “avanza la pandemia silenciosa del narcotráfico”, sobre la grieta y la primacía del individualismo, a lo que suman “una libertad sin amor”, vuelven al equilibrio al pedir no perder la alegría que “tiene que ver (…) con la experiencia de tener un horizonte”.

Claro que la esperanza y la alegría puede verse afectada si los políticos no están a la altura de las circunstancias, como en el caso de la duplicación de las dietas que se otorgaron los senadores -que podrían ser seguidos por los diputados- y el aumento de los sueldos de varios funcionarios.

El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, fue en ese sentido por demás elocuente. El viernes, en la celebración de la festividad de San Expedito, dijo que son “tiempos muy complicados, la gente está haciendo un esfuerzo gigante y todos debemos esforzarnos”.

“Por favor, ¡no se suban los sueldos! ¡Hagámoslo todos al esfuerzo! ¡No queremos perder la esperanza!”, exclamó y provocó un cerrado aplauso de los fieles. completó.

¿Será escuchado su clamor que encarna el de tantos argentinos?