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Mayo de 2024
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Opinión y Actualidad

La embajada argentina ante la Santa Sede

El Gobierno tiene en sus manos la posibilidad de mejorar y hacer más fluidos los vínculos con el Vaticano, y facilitar así la visita del Papa Francisco al país durante este año.

01/02/2024

Por Vicente Espeche Gil (*), en diario Clarín
Se ha anunciado que el presidente Milei será recibido en audiencia por el Papa Francisco el día 12 de febrero, con ocasión de la canonización de “la Mama Antula”, la primera santa argentina. Se trata de una noticia auspiciosa, toda vez que representa la superación de situaciones enojosas que la habían precedido.

Parece oportuno evocar la importancia del papel que tienen las relaciones entre la Argentina y la Santa Sede y, en ese contexto, nuestra Embajada ante la Santa Sede y la Secretaría de Culto en nuestra Cancillería.

La Iglesia Católica ha ocupado, a lo largo de su larga historia, un lugar original en el flujo dinámico de las relaciones internacionales. Su sede se encuentra en el monte Vaticano de Roma. Alli confluyen las representaciones diplomáticas de los países, cuya gran mayoría mantiene relaciones diplomáticas con la Santa Sede.

Es sabido que las grandes religiones han cumplido y cumplen un papel de relevancia en el mundo. La historia registra momentos en que fueron instrumentalizadas al servicio de intereses políticos que dieron lugar a conflictos y hasta guerras.

Pero es innegable su insustituible potencial de influencia en favor de la armonía y la paz. La Argentina y Chile, en particular, pueden atestiguar el valor y la generosidad de San Juan Pablo II en la mediación que consolidó la fraterna relación entre la Argentina y Chile.

Desde el pontificado de San Juan XXIII, los papas reciben al comenzar cada año los saludos de los embajadores acreditados ante la Santa Sede, ante quienes pronuncian un discurso en el que se expone la visión y la doctrina de la Iglesia sobre las relaciones internacionales en las distintas regiones, los conflictos y tensiones en curso, las migraciones, internacionales, la pobreza, el hambre, el desarrollo, la vigencia de los derechos humanos, la libertad religiosa y cuanto afecta la justicia y la paz en el mundo.

Las embajadas entonces, cumplen una función interpretativa e informativa respecto del papel de la Santa Sede en el plano global. A esto se suman las tareas propias de una relación bilateral entre el propio país y la Santa Sede, siendo sus interlocutores habituales los altos funcionarios de la Secretaría de Estado.

En forma paralela, los nuncios apostólicos en las respectivas capitales, lo hacen habitualmente con las autoridades de las cancillerías de cada país, en particular con los ministerios o departamentos a cargo de las relaciones religiosas. En nuestro caso, la Secretaría de Culto en el ámbito de la Cancillería. Con frecuencia, las relaciones bilaterales se consolidan y sistematizan mediante la firma de acuerdos bilaterales o concordatos, vinculados a la acción de la Iglesia en el territorio del país.

A lo largo de su historia milenaria, no llegan a quince los países que han podido ofrecer a la Iglesia Católica, uno de sus hijos como Papa. Desde el año 2013, la Argentina es uno de ellos.

Sin embargo, buena parte de la dirigencia política en nuestro país, parece no haber sabido evaluar y aprovechar el significado, la trascendencia política internacional y las consecuencias benéficas que podrían haber derivado de ello para la Argentina.

Hasta este momento, durante el pontificado de Francisco, la Argentina tuvo acreditados como sus embajadores ante la Santa Sede a tres ciudadanos sin experiencia diplomática previa y dos embajadores profesionales.

De estos dos, uno que contaba con una vasta calificación profesional como alto funcionario en la Cancillería y titular de embajadas en países de gran importancia para la Argentina, y otro que por primera vez se encontraba con una jefatura de misión. En estos momentos, la prensa da cuenta de los nombres de distintos ciudadanos que, no obstante carecer de experiencia o profesionalidad diplomática, aspirarían a la titularidad de nuestra embajada ante la Santa Sede. También, justo es señalarlo, han llegado a mencionarse para ocupar el cargo, nombres de prestigiosos y calificados diplomáticos de carrera.

Al mismo tiempo, la situación de la Secretaría de Culto fue objeto de especulaciones en la prensa. Finalmente se anunció la designación de un ciudadano que debió comenzar su gestión manifestando su arrepentimiento por diversas declaraciones públicas proferidas por él en el pasado, claramente contradictorias con el sentido común y en particular con las funciones que las nuevas autoridades nacionales le confiaban.

También en este caso podría haberse recurrido con diligencia, provecho y menor costo en salarios, al personal profesional calificado del cuerpo permanente del Servicio Exterior de la Nación.

Los argentinos deseamos y necesitamos gozar de la inmensa alegría de recibir la visita del Papa Francisco a su patria.

La dirigencia política en general y en particular las autoridades del Estado, deben facilitar el marco propicio para que la ansiada visita tenga lugar.

(*) Ex embajador en Israel.