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Una sonda interceptará un cometa para estudiar los orígenes del Sistema Solar

El cometa ATLAS se fragmentó semanas atrás y un equipo de científicos decidió enviar la Solar Orbiter a investigar sus dos colas. El encuentro es inminente.

29/05/2020

En plena pandemia del coronavirus, el paso del cometa C/2019 Y4 (ATLAS), uno de los más brillantes de 2020, prometía ser un espectáculo astronómico único, ya que a finales de mayo -al alcanzar su punto más cercano a la Tierra- iba a poder contemplarse a simple vista. Pero unas semanas antes, comenzó a desintegrarse en varias piezas. Sin embargo, un grupo de científicos descubrió que la sonda Solar Orbiter de la ESA, podría interceptar su trayectoria antes de que desaparezca y recabar información sobre lo que ocurrió en la formación del Sistema Solar, hace unos 4.600 millones de años.

Este tipo de cometas suelen brillar con gran intensidad en el firmamento y al aproximarse al Sol sus irradiaciones suelen ser breves ya que corren riesgo de fragmentarse. En abril de 2020, algunos astrónomos reportaban como un hecho la desintegración del ATLAS, en al menos 4 piezas.

La descomposición, advierten los expertos, puede ser el resultado de la desgasificación que causa un aumento en la fuerza centrífuga del cometa. Posteriormente, la NASA informó que el telescopio espacial Hubble identificó "cerca de 30 fragmentos el 23 de abril".

Un grupo de científicos de la University College London detectó una coincidencia alentadora. Estimaron que en estos días, la Solar Orbiter pasará detrás del cometa C / 2019 Y4 (ATLAS) a una distancia de unos 30 millones de kilómetros. Bastaría con inclinar su trayectoria para ir al encuentro de sus dos colas: una de polvo y otra de gas ionizado.

Si bien la Solar Orbiter se diseñó para enfocarse en el Sol, los instrumentos que porta también podrían reunir información valiosa sobre la cola del cometa ATLAS, ya que se trata de "una oportunidad de observación sin precedentes".

"Si los instrumentos Solar Orbiter detectan material del cometa ATLAS, será el primer cruce fortuito de la cola del cometa por una nave espacial activa que lleve la instrumentación adecuada para la detección de material cometario", detallan Geraint Jones, Qasim Afghan y Oliver Price.

La fecha señalada es a finales de mayo, donde la nave podría cruzar la cola de iones, empujada detrás del cometa por las partículas y radiación que emite el Sol. Se trata de una cola más recta y estrecha que la cola de polvo. Pero ambas comparten el hecho de que pueden extenderse millones de kilómetros en el espacio.

Durante los primeros días de junio, podría atravesar el plano orbital del cometa y ahí es donde está la cola de polvo, que comprende pequeños y sólidos trozos de roca que han sido desalojados del cometa y siguen su órbita.

“Predecimos que la nave espacial puede encontrar la cola de iones del cometa alrededor del 31 de mayo de 2020 al 1 de junio, y que la cola de polvo del cometa puede cruzarse el 6 de junio de 2020. Esbozamos las características del viento solar y las colisiones de granos de polvo que los instrumentos de la nave espacial pueden detectar al cruzar las dos colas del cometa”, comentó el trío de científicos.

Uno de los inconvenientes es que la Solar Orbiter se encuentra en una fase de puesta en servicio, probando sus diferentes instrumentos, y no se espera que se complete hasta el 15 de junio, demasiado tarde para la cita.

Sin embargo, existe la posibilidad de que algunos estén listos antes de lo previsto, informaron de la ESA. Estos son el magnetómetro, el instrumento de ondas de radio y los detectores de partículas energéticas. Un cuarto instrumento, diseñado para estudiar el viento solar, también podría probarse completamente a tiempo.

La sonda podría sondear la estructura de la cola de iones del cometa y confirmar si se forma una onda de choque cuando la cabeza del cometa empuja a través del viento solar al pasar por detrás.

También podría medir la masa de granos en la cola de polvo e incluso detectar material prístino que emana de las entrañas rotas del cometa. Los iones podrían provenir potencialmente del interior del núcleo. Ninguno de estos materiales podría dañar la nave espacial.

Fuente: diario Clarín,