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Desde el exceso de información a la baja autoestima: 9 enemigos del buen sexo

La mayoría de las personas experimenta algún tipo de dificultad sexual en algún momento de su vida.

11/10/2019

El sexo es un calmante para el estrés, tiene el poder de mejorar el estado de ánimo, reducir la figura y aumentar la longevidad. El cuerpo humano está planificado para beneficiarse y gozar del sexo y, sin embargo, las personas pasan por períodos de desencuentros en la cama por todo tipo de razones. Si ese paréntesis de actividad sexual insatisfactoria se extiende el tiempo suficiente, puede tener un efecto en el cuerpo y en la mente de las personas.

Las falacias que circulan en el inconsciente colectivo consiguen coartar los encuentros íntimos. Cuando surge la ignorancia, o el miedo de cualquier origen, aparecen los mitos–en este caso sexuales- como una forma defensiva de luchar contra ellos, para explicar lo inexplicable. Los mitos son creados popularmente y forman parte de las etapas pre-científicas de la humanidad. Pero, sin embargo, persisten e insisten. Sirven como corazas “ansiolíticas” explicando situaciones, formas fisiológicas y encuentros sexuales, que no resisten la observación o la experimentación, o la experiencia cotidiana de nivel científico.

Para Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga del Departamento de Gineco-Sexo-Estética de Halitus Instituto Médico, resulta muy difícil comprender la sexualidad solamente en función del placer y la felicidad que produce. “En ese sentido, a la sexualidad masculina se la ha legitimado antes en relación al placer, pero no así a la sexualidad femenina que, aún en la actualidad, padece de una visión plagada de tabúes”, aseveró en una entrevista con este medio la especialista.

Desde los modelos a predominio masculino, que continúan difundiéndose en películas, en la literatura y aun en el material pornográfico, hasta la misma medicina que se niega a aceptar la sexualidad como legítima y necesaria en pos del derecho al placer, y con mínima investigación científica sobre los trastornos sexuales femeninos, en comparación a la investigación sobre las disfunciones masculinas, la falta de información, reflexión y hasta de cuestionamiento sobre lo impuesto no deja que 'penetren' los datos reales para desplazar a los mitos existentes.

“El sexo difiere de la sexualidad, siendo el sexo todo aquello que está determinado por la biología y limitado a los órganos sexuales y hormonas, y la sexualidad, como una configuración mucho mayor que abarca aspectos físicos, psicológicos, sociales y culturales. La sexualidad es una parte fundamental de la personalidad y por lo tanto es tan singular como la identidad misma”, explicó a Infobae Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.

El sexo debería ser algo apetecible y divertido. No solo una necesidad básica que cumplir, o un compromiso, sino algo que realmente deseemos y disfrutemos. Esa es la teoría, pero en la práctica, sin embargo, el sexo acaba siendo algo demasiado complicado, algo que nos gustaría hacer pero para lo que no encontramos tiempo, las formas o que podemos disfrutar con placer a solas pero que en pareja, por diferentes causas, no funciona. ¿Por qué?

Más allá de las posibles dificultades sexuales que puedan surgir a lo largo de la vida, tales como una enfermedad física o mental, o incluso casos concretos como una eyaculación precoz o un vaginismo, lo cierto es que los enemigos del sexo son aspectos comunes del día a día que simplemente toman las mentes de las personas. Sin embargo, el primer paso es enfrentarlos. La lista de aquellos a los que podemos hacer frente con nuestros propios recursos

1. El cansancio

Estar demasiado cansado para tener relaciones sexuales es un viejo cliché, pero resulta que puede haber más de lo que alguna vez pensamos. Un estudio de la National Sleep Foundation descubrió que uno de cada cuatro estadounidenses casados ​​dice que a menudo están demasiado cansados ​​al final del día para tener relaciones sexuales con su pareja. Otro estudio en The Journal of Sexual Medicine también encontró que la falta de sueño puede tener un efecto negativo en su deseo sexual.

2. Exceso de información

Recibimos información sexual desde múltiples canales, desde la publicidad hasta los productos culturales. Sin embargo, parece que cada día tenemos más desconocimiento sexual. “En un mundo con tanta información sobre sexo es cuando más necesaria se hace una educación sexual que proporcione información fiable. Pero seguimos cojeando en este aspecto”, sostiene al respecto la sexóloga Arola Poch, autora del libro sobre sexualidad Las cosas claras.

“Los programas de televisión y las películas nos dan una representación muy sesgada de cómo se supone que es el sexo. Todos parecen estar llegando al clímax y tener orgasmos todo el tiempo de lo que sea que estén haciendo. Cuando creces con una dieta de eso, y cuando tu vida real no coincide, piensas: ‘Hay algo mal conmigo’ o 'Hay algo mal con mi pareja”, asegura Logan Levkoff, experta en sexualidad y relaciones de pareja.

3. Tener demasiadas expectativas

Otro de los problemas es que vemos, oímos y hablamos tanto sobre sexo que al final se generan demasiadas expectativas, sobre todo cuando tenemos pocos referentes alardeando de cosas que nunca han pasado y películas en las que olvidamos que lo que se muestra es ficción. “Alrededor del sexo se generan falsas ideas de cómo van a ser los encuentros. Volvemos a la falta de educación sexual que hace que no se disponga de información real, que permita ajustar esas expectativas para que los encuentros partan de la realidad (no de la fantasía) y, de esta manera, evitar algunas decepciones”, insiste Poch.

4. Dejarnos llevar por lo establecido

Tenemos la idea de que debemos cumplir socialmente con lo que nos muestran, en vez de pararnos a pensar que no hay dos personas iguales, y que a cada uno le gustan distintas cosas.. Con el sexo pasa exactamente lo mismo: cada uno tiene sus gustos. Es por ello que no preguntarse a uno mismo qué se desea, antes de poder hablar con otro, se presenta como un problema. Y a veces nos dejamos guiar por aquello que socialmente nos enseñan que es lo deseable, que es lo que nos debería gustar o deberíamos hacer y no reflexionamos sobre lo que realmente queremos.

5. El estrés

Nuestro cuerpo responde sexualmente cuando se siente bien, pero en momentos de estrés reacciona y se pone en modo supervivencia: solo puede realizar funciones básicas y que gasten poca energía, y el sexo no está entre ellas. Si bien no se trata de un problema solo de índole sexual, sino de nuestro ritmo de vida general, los expertos recomiendan aprender a manejar correctamente el estrés para prevenirlo, controlarlo o hacerle frente si aparece. Una idea a este respecto es optar por técnicas de meditación o mindfulness focalizar la atención en el aquí y ahora.

6. La baja autoestima

Para disfrutar del sexo, el primer paso es saber disfrutarse uno mismo, y eso pasa por no tener miedo a mostrar nuestro cuerpo y gozar del mismo sin ponernos limitaciones, como que haya que apagar la luz. La carencia de amor propio genera miedos, vergüenza, inseguridades, culpas y autoexigencia sexual. Así, la idea es evaluar si el problema no está en la cama sino en nuestra autoestima, y trabajar al respecto. Los especialistas recomiendan utilizar un lenguaje interno en positivo o acudir en busca de ayuda psicológica.

7. Autoimponernos obligaciones

Ir a un encuentro sexual con presiones no es recomendable, porque lo más fácil es que las personas acaben situándose en un rol de espectador y se preocupen más de verse desde fuera y valorar qué está haciendo según unos cánones sociales, que de sentir y disfrutar el propio encuentro. Quitarse esas presiones sociales y entender que cada encuentro es único y diferente y no hay un guión para seguir son solo algunas de las recomendaciones.

8. Los problemas de pareja

Cuando una pareja llega a un sexólogo espera que les manden ejercicios para hacer en la cama y salen sorprendidos cuando las primeras tareas tienen que ver, por ejemplo, con los repartos de tareas domésticas o con quién elige las películas que van a ver juntos. Se cree que lo que pasa fuera y dentro de la cama no tiene conexión, cuando está intrínsecamente unido. Otros factores como problemas económicos o temas enquistados pueden condicionar la vida sexual compartida pero también la individual. En este sentido los expertos resaltan la importancia de trabajar la comunicación, el respeto y la toma de decisiones.

9. La presión por los resultados

El sexo es placer casi por definición, son emociones, sensaciones, sentimientos. Pero para algunos parece un examen en el que medir tamaños, tiempos y frecuencias. Tanto que hay quien lo vive con verdadera angustia. La sexóloga Sonia García destaca esta idea en su libro Los enemigos del sexo. Si bien el problema parece claro, la forma de combatirlo es más compleja. En este sentido, la experta recomienda trabajar en lo que se conoce como psicoeducación, además de aprender a manejar correctamente la ansiedad, y “practicar un sexo consciente y con atención plena”.