Una vez que dejamos atrás la adolescencia, nuestros patrones de sueño se modifican.
Un día eres joven y al siguiente deseas dormir cuando apenas son las 10 de la noche. Esa es la realidad para millones de personas que ya no están en sus 20 y es sólo una de las consecuencias del envejecimiento.
A diferencia de los adolescentes y jóvenes, que tienen dificultades para conciliar el sueño antes de las 11 PM y muchas más para levantarse antes de las 8 AM, mientras nos hacemos mayores dormimos menos y nos hacemos más matutinos.
Este cambio en la manera de dormir "forma parte de la evolución del ciclo vital y del envejecimiento del organismo. Dormimos menos y peor", explicó al diario El País Ana Adan, doctora en Psicobiología de la Universidad de Barcelona.
Cuando el ser humano es bebé requiere de unas 16 o 17 horas de sueño al día, pero no más de cinco seguidas. Se trata de un "sueño polifásico", mientras que ya a partir de los cuatro meses los bebés comienzan a dormir principalmente de noche y de manera continua.
Ya en la adolescencia el modelo cambia y el sueño entra más tarde, pero una vez que esa época pasa es cuando el cuerpo muestra la necesidad de dormir más temprano pero se requieren menos horas de sueño y eso implica que nos levantemos antes.
Otro de los grandes cambios en el patrón de sueño que se manifiestan -según lo explicó The New York Times en un artículo de 2007, es que nos despertamos varias veces durante la noche. De dormir de manera continúa 95% de la noche, el número baja hasta 85% a partir de los 60 años.
Tenemos un sueño menos profundo y puede que nos cueste más volver a dormir.
¿Qué hacer para dormir bien?
Al parecer, tampoco hay que alarmarse, pues si bien es cierto que la calidad del sueño baja al envejecer, lo importante es que despertemos descansados.
Aquí algunos consejos:
-Mantener horarios regulares para ir a la cama y levantarse.
-No obsesionarse con el número de horas de sueño. Si tienes un estilo sedentario de vida es probable que te sea suficiente dormir 7 horas. Sí hay un umbral mínimo de cuatro horas de sueño.
-Para quien duerme bien es recomendable tomar una siesta de unos diez o 20 minutos, que no se aconseja para quienes padecen de insomnio.
-Cuida el lugar donde duermes. Tu habitación debe ser una zona de relajación. Debe estar fresca y oscura para favorecer el sueño.
-Evita usar tu teléfono móvil o la computadora dos horas antes de ir a la cama.
-Tampoco se recomienda el consumo de alcohol o café, que pueden resultar estimulantes y provocar dificultades para conciliar el sueño.