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Crimen de la odontóloga: el detenido cayó por no tener complicidad de su entorno

La investigación por la muerte de Silvia Maddalena, en Alta Gracia, parecía empantanarse. La historia cambió cuando el acusado, fue delatado por allegados.

25/05/2018

El crimen ocurrió en la noche del viernes pasado. Hasta la medianoche del miércoles, la investigación no parecía abundar en certezas. Quedaba un solo sospechoso, pero sin elementos de prueba que alcanzaran para una imputación. Los peritajes agigantaban las dudas, en lugar de cerrar el cerco. La hipótesis principal se desvanecía y no aparecían otras, hasta que un episodio cambió de pronto toda la historia. Una mujer denunciaba que su pareja tenía en su poder un teléfono que había sido de la víctima, y un nuevo sospechoso apareció en escena.

Así, la investigación por el asesinato de Silvia Andrea Maddalena (37) tiene un imputado y el riesgo de impunidad parece tomar distancia. Héctor Abel Gómez (25) fue detenido ayer, acusado del femicidio. Es vecino del barrio General Bustos, de la misma ciudad de Alta Gracia, y trabaja como albañil.

Cuándo y cómo

Silvia era odontóloga. Según la autopsia, fue abusada y asesinada por asfixia manual entre las 20 del viernes 18 y la 1 del sábado 19, en su consultorio de la muy transitada Avenida del Libertador al 1000.
El caso mantuvo en vilo a la ciudad de Alta Gracia y cobró repercusión nacional.

El fiscal Alejandro Peralta Otonello, a cargo de la investigación, había confirmado el martes, con las muestras preliminares de la autopsia, que se trataba de un femicidio, por el ejercicio de violencia de un hombre contra una mujer. Estaba claro que la muerte había sido violenta y que la víctima fue abusada sexualmente. Pero no había rastros del autor.

Primera pista, el acosador

Durante días, los investigadores buscaron información que pudiera ser útil en las cámaras de negocios de esa cuadra y en los domos de seguridad de la vía pública del municipio. Pero algo les jugó en contra: las imágenes mostraban la gente que pasaba cerca del consultorio, pero justo un punto ciego no dejaba ver a quienes ingresaban o salían. Mientras, las cámaras del propio consultorio no tenían sistema de grabación. El asesino no aparecía en ninguna imagen.

En los albores del caso, la puerta de ingreso sin signos de violencia orientó las sospechas hacia alguien conocido: un paciente o un integrante de su entorno de relaciones. Muchos vecinos se acercaron a brindar datos: ninguno pudo identificar al asesino.

Entre esas carencias, la primera hipótesis apuntó una sospecha sobre un joven que había sido paciente de Silvia y al que esta decidió bloquear en sus redes sociales porque la acosaba. Familiares explicaron al fiscal que Silvia le tenía miedo y que temía que se le apareciera en su consultorio.

Esa persona fue citada a la fiscalía y se le tomaron muestras para un análisis de ADN para cotejar con objetos, sobre todo una toalla, hallados en el consultorio.

A esa altura, la investigación tenía varias aristas: el análisis genético, la triangulación de los celulares y esa toalla que podía dar información clave para el análisis. Cuando los peritajes empezaban a desarmar la mirada sospechosa sobre ese joven, y la causa parecía ingresar en un pantano, apareció el dato que dio vuelta todo.

La confesión

Fue la pareja de Gómez quien lo acusó ante la Policía. Vio que tenía en su poder distintos efectos personales de la odontóloga y que presentaba arañazos en el rostro. La mujer no demoró en denunciarlo, quizás sin saber que Gómez ya había confesado a sus padres el crimen cometido. Ellos también habían decidido delatarlo. Fue en la noche del miércoles, cuando decidió huir.

Con ambas denuncias, la investigación se cerraba. Sólo faltaba dar con quien ya era un prófugo. Hasta que en el mediodía de ayer fue apresado en la ciudad de Córdoba. Cuando circulaba a bordo de un taxi en Sagrada Familia y La Rioja, cerca de la Costanera de Córdoba, Gómez fue detenido por uno de los tantos controles policiales dispuestos. “Al ver a los policías, descendió del taxi y trató de escapar, pero fue aprehendido”, confirmó Peralta Otonello a La Voz. Poco después, dispuso su alojamiento en la cárcel de Bouwer.

El fiscal citó al robo de un dinero y de una computadora de la odontóloga como “apenas uno de los posibles móviles del caso”, sin descartar otros. “Eso lo iremos sabiendo conforme avance la investigación”, acotó.

Gómez no habría sido paciente de la víctima, al menos frecuente, aunque los investigadores del caso creen que conocía el consultorio y la actividad de la víctima. Tampoco estaría claro aún cómo ingresó sin violentar ninguna abertura.

En las próximas horas sería imputado por una amplia gama de delitos: femicidio, abuso sexual con acceso carnal, robo y homicidio criminis causae y luego citado a declarar.

La multiplicación de rumores en redes

La Fiscalía intentó mantener cierta cautela informativa.

El fiscal Alejandro Peralta Otonello dispuso diversas medidas desde el día del crimen y montó un cerco de cautela en lo referido a la información oficial sobre el caso. Pero las precauciones de la fiscalía no pudieron evitar un signo de los tiempos: múltiples mensajes y audios multiplicados por redes sociales desde el primer día, en muchos casos con tono alarmista e incluyendo datos como certeros que a la postre fueron desmentidos por la propia realidad.